Cuando la prensa burguesa, desde la más reaccionaria a la más radical, publica terroríficas relaciones respecto de ciertos delitos que, si son verdad, ningún hombre honrado puede apadrinarlos; cuando se publican datos y noticias respecto de asociaciones secretas que según dicha prensa tienen por objeto el robo, el incendio y el asesinato; cuando en el Congreso, tratándose de los anárquico-colectivistas, hay quien no se ajusta a la verdad y pide su exterminio; y cuando una perfidia indigna e infame se pretende confundir con las justas, legales y revolucionarias aspiraciones de la Federación de Trabajadores de la región española, con los delitos que dicen que ha cometido La mano negra y otras asociaciones secretas: faltaríamos a nuestro deber si no protestáramos en contra de las miserables calumnias de los asalariados de levita que, con sus falsas delaciones, pretenden que los tribunales o el Gobierno consideren solidarios a 7.000 trabajadores de delitos que somos los primeros en censurar, porque es muy probable que sus víctimas sean digno y honrados proletarios.
Los hombres liberales y honrados comprenderán fácilmente el porqué de las maniobras de los periódicos conservadores, de esa Prensa servil que pide la represión y el exterminio de honrados hijos del trabajo, y que sus hombres apadrinan a los secuestradores de oficio, a los irregularizadores de los fondos públicos y a tanto detentador de frac y corbata blanca que ha reunido grandes fortunas amasadas con las lágrimas y la sangre del proletariado y estafando y esquilmando a la pequeña burguesía; pero dichos liberales tal vez no comprendan el por qué ciertos periódicos, que tienen la osadía de llamarse democráticos y republicanos, hacen coro con los partidarios de la reacción y enemigos de todas las libertades y derechos. Nosotros y todos los federados sabemos que dichos periódicos mal llamados democráticos y republicanos, nos odian y nos calumnian porque por una triste experiencia hemos comprendido que la emancipación de los trabajadores debe de ser obra de los trabajadores mismos, y, con el firmísimo propósito de conseguirla, nos hemos organizado como clase y en organización distinta y opuesta a la de todos los partidos políticos; proclamando nuestra política propia de la Emancipación del Trabajo. Nuestra línea de conducta ha producido gran desconcierto en las filas de los partidos burgueses; los más radicales y sedicentes revolucionarios quedan reducidos a un estado mayor con muchos jefes–que se odian mutuamente- y sin soldados que se sacrifiquen a favor de sus deseos de mando, sinónimo de inmoralidad y lucro.
Ellos ya vieron con disgusto que los trabajadores anárquico-colectivistas catalanes, el 10 de julio de 1881, convocasen a todos los de España al Congreso Regional que se inauguró en Barcelona el 24 de septiembre de dicho año; que 40 delegados reunidos en solemne Congreso resolvieran, por inmensa mayoría, constituir la Federación de Trabajadores de la Región Española, aprobasen sus estatutos y un manifiesto-programa.
Que a pesar de que casi toda la Prensa barcelonesa apeló a la difamación y a la calumnia, los acuerdos de tan importante Congreso fueron aceptados por muchos miles de trabajadores y que en cumplimiento de lo acordado: en noviembre se celebró en Valencia un congreso público para constituir la Unión de Constructores de Calzado; en marzo, uno en Reus y otro en Igualada para constituir las uniones de Manufactureros y de las Industrias de Alimentación; en mayo se celebró en Barcelona el cuarto congreso de la Unión de Constructores de Edificios y en Madrid el congreso de la Unión de Obreros del Hierro; en agosto se celebró también en Barcelona el congreso de la Unión de Noógrafos y antes y a continuación del congreso regional de 1882, se celebraron en Sevilla los congresos de las uniones de Sombrereros y de Trabajadores del Campo. Ocho congresos públicos de uniones de oficio símiles y diez congresos comarcales se celebraron desde el congreso regional de 1881 al regional de 1882; y en todos dichos congresos se han proclamado de una manera pública y solemne la organización y aspiraciones de los trabajadores anárquico-colectivistas de la región española; organización y aspiraciones proclamadas en miles de reuniones, asambleas y meetings que hemos celebrado.
Los que calumniaron al Congreso de Barcelona con el propósito de que los trabajadores continuasen sirviéndoles de escabel a sus ambiciones, ante la gran manifestación del trabajo llevada a cabo por nuestra Federación en septiembre próximo pasado en el teatro Cervantes, de Sevilla, hubieron de confesar que los 254 delegados de los trabajadores discutían mejor y más solemnemente que muchos parlamentos de sabios burgueses y bajaron la cabeza, porque ningún periódico burgués ha rebatido los irrebatibles argumentos aducidos por el Congreso de Sevilla en pro de la organización, línea de conducta y aspiraciones que hemos creído conveniente adoptar, en virtud del derecho escrito en la Constitución del Estado, en cuya confección no hemos, por cierto, intervenido.
Unos y otros comprendieron que una gran parte de la clase trabajadora agrícola e industrial piensa y siente, y al enterarse que en menos de un año se habían organizado diez comarcas, 218 federaciones locales, 663 secciones y 57.934 federados, cambiaron de línea de conducta y la verdadera mano negra de la reacción empezó sus trabajos, trabajos indignos y criminales, con el santo propósito de deshonrar y perturbar a la más importante organización de trabajadores que ha existido en España.
Mintiendo un revolucionarismo que no sentían, y mezclando ideas justas y criminales, forjaron un programa para que algunos de sus instrumentos lo propagasen en el seno de la clase trabajadora a fin de conseguir de una manera hipócrita lo que no habían conseguido atacando de frente. Los perturbadores propósitos de sus instrumentos pronto han sido conocidos. Denunciados a las federaciones locales, una protesta unánime se levanta en contra de todo perturbador y de todo aquel que, con la capa de socialista-revolucionario, intente cometer actos indignos de personas honradas.
A medida que la reacción continuaba secretamente, sus jesuíticos trabajos, la prensa venal e hipócrita atacaba lo que sus prohombres fomentaban con su oro, con sus consejos o con sus brutalidades. En vista de tan censurable proceder, el 6 de enero, en la página 14 de la Crónica de los Trabajadores, publicamos la siguiente
DECLARACIÓN
“Cuando en España el partido republicano era el más radical, la prensa monárquica, pretendiendo deshonrar a la república, consideraba muchos criminales como republicanos. Hoy, los monárquicos y republicanos –conservadores unos y otros del inicuo orden social presente- se han unido para que sus escritores asalariados lancen todo género de calumnias en contra de los socialistas, y en muchísimos actos, hijos de la miseria, que su egoísmo y explotación produce: siempre, según dichos asalariados, son socialistas los que los llevan a cabo. Los sucesos de Córdoba, de Jerez y de otras localidades han demostrado perfectamente que si los trabajadores hambrientos han arrebatado el pan o los comestibles para no morirse de hambre, no lo han verificado porque ningún periódico, comité, consejo o comisión socialista les haya aconsejado tales actos.
Conste, pues, que si los trabajadores anárquico-colectivistas, aspiramos a la abolición de los estados político-jurídicos actualmente existentes y a la transformación de la propiedad individual de la tierra y de los grandes instrumentos del trabajo en propiedad colectiva, lo efectuaremos cuando tengamos medios y poder para verificarlo por medio de la revolución social; y no queremos, ni podemos, ni debemos hacer propaganda en pro de tan grande y justa transformación, ni por el robo, ni por el secuestro, ni por el asesinato. El que roba, siempre será un ladrón: el que secuestra, un secuestrador, y el que asesina, un asesino, lo mismo en la sociedad presente que en la del porvenir.
En el seno de la Federación de Trabajadores de la Región Española no caben, ni existen, ladrones, secuestradores ni asesinos.
Conste así, a los poderes públicos; y sirva esta declaración de solemne mentís a la venal e hipócrita prensa burguesa, que, con sus falsas delaciones, trata de manchar con su asquerosa baba, a hombres que, por ser proletarios, somos honrados, dignos y revolucionarios”
Esta declaración que hace dos meses publicamos, no ha sido rechazada por ninguna de las 270 federaciones locales; ni por ninguna de las 836 secciones; ni por ninguno de los 70.000 federados que constituyen la Federación de Trabajadores de la Región Española.
Nosotros nos hemos organizado con el mismo derecho que se han organizado todos los partidos políticos. Ellos se organizan para conquistar el poder político y nosotros por abolir todos los poderes autoritarios.
Somos anarquistas porque queremos que cada productor perciba el producto íntegro de su trabajo y no existan hombres que se mueran de hambre trabajando, y otros, que sin trabajar, vivan en la holganza y encenagados en la corrupción y el vicio.
Y somos partidarios del grande y fecundo principio federativo, porque creemos que es indispensable para la práctica de los grandes y justos principios anárquico-colectivistas de la Federación económica: la libre Federación universal de las libres asociaciones de trabajadores agrícolas e industriales.
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