1885 – 1893. El camino hacia la informalidad y la fobia anti-organizativa


1885  1893. El camino hacia la informalidad y la fobia anti-organizativa

                Tras los sucesos de La Mano Negra y las divisiones internas dentro del anarquismo colectivista se celebró en 1885 en Madrid un Congreso de la FTRE al que participaron los sectores legalistas. Por otro lado, la Comisión Federal convocó un Congreso extraordinario en Barcelona para julio de ese año. El Congreso de Madrid fue impulsado especialmente por los sectores legalistas y se mostró crítico con la actuación de la Comisión Federal, los partidarios de la clandestinidad y de La Bandera Social, acusándoles de vulnerar los estatutos y acuerdos de la FTRE y de ser perturbadores. El 28 de mayo de 1885 La Revista Social dio cuenta sobre el mismo, ya que se celebró de manera clandestina por la fuerte represión policial. Las resoluciones emitidas defendieron el colectivismo, la legalidad, se rechazó la promoción del Congreso extraordinario de Barcelona, se censuró la gestión de la Comisión federal por extralimitarse en sus funciones, se crearon unos nuevos estatutos, no se creó una nueva Comisión Federal y se acordó asistir al congreso de Barcelona con las decisiones adoptadas en el de Madrid. Sin embargo en este Congreso no asistieron delegados de Barcelona, Alcoy, Arcos, Valencia y Sabadell, entre otras poblaciones con arraigo de la FTRE.

                El 22, 23 y 24 de julio de 1885 se celebró el Congreso extraordinario de Barcelona. La mayoría de las delegaciones aprobaron la gestión de la Comisión Federal y se aprobó una solución de mínimos para no romper la unidad de la FTRE que, de hecho, ya era algo difícil de conseguir. La solución pasó por una mayor descentralización de la organización y dando libertad a cada federación, sección y comisiones comarcales en cuanto a su conducta (más legalista o más clandestina). Eso sí, no se aceptaron los postulados comunistas, ya que todas las estructuras de la FTRE debían de declararse estrictamente como colectivistas. Se reformaron también los estatutos y se tomaron medidas de descentralización interna, aceptando que los acuerdos sólo fuesen vinculantes para las federaciones locales que lo hubieran aceptado.

                Anteriormente hemos visto el fuerte debate que existió entorno a las ideas colectivistas y las comunistas, pero no fue el único de la época. La organización y el modelo de la misma siempre fue en los años anteriores al caso de La Mano Negra un tema presente en los debates anarquistas, sin embargo a raíz de ese suceso y tras el putsch de la Comisión Federal de Llunas y Fco. Tomás, se empezaron a criticar de manera directa estos abusos habituales, ya existentes desde los inicios de la FRE. Tanto los sectores legalistas como los favorables de la clandestinidad abusaron de los cargos, se extralimitaron en sus funciones y las manipulaciones e intrigas fueron tan habituales como en los partidos políticos existentes. En este contexto la crítica a la organización se hizo más que evidente, tanto entre colectivistas como entre comunistas. La propia idea de democracia se empezó a cuestionar, ya que no dejaba de ser en el fondo un sistema generador de poder y autoridad, fácilmente manipulable, tanto en las asambleas directas como en las compuestas por delegaciones. El colectivista Ricardo Mella criticaba el sistema de votaciones por ser incompatible con la Libertad que profesan las ideas anarquistas: (...) la ignorancia (escribió Mella) se impone casi siempre por superioridad numérica. La soberanía colectiva es la trampa donde cae ordinariamente la soberanía individual (...)hay que escapar- de la estulticia numérica (...). Convendría que los trabajadores apelasen a votaciones lo menos posible (...) (37). Anselmo Lorenzo (pese a que fue uno de los más destacados dirigentes y miembro activo de la Alianza), desde La Asociación, vertió durísimas críticas al exclusivismo de las formas organizativas dominantes, Antonio Pellicer desde Acracia, en 1887, en una serie de artículos titulados Acratismo societario, pese a valorar positivamente algunos aspectos de la Internacional no veía razón de ser para la FTRE, ya que no la veía necesaria y útil como instrumento de propagación de la solidaridad a menos que se suprimiera el poder de la Comisión Federal, las divisiones comarcales por estar al servicio de la Comisión o la supresión de los congresos formales, ya que de forma espontánea también se producía la solidaridad y la organización no debía de dirigirla ninguna comisión. Ante estos ataques la FTRE hizo intentos de flexibilizar y descentralizar su poder, pero no fueron suficientes para arreciar las críticas de manera definitiva. También Indalecio Cuadrado, ex dirigente de la FTRE criticaba los Congresos desde Acracia, y postulaba su desaparición, al menos mientras durase la obligatoriedad del mandato imperativo, y poco después, desde El Productor, se afirmaba que la desaparición de la FTRE sería buena para el avance del movimiento anarquista, dando mayor libertad a la acción revolucionaria De manera similar se pronunciaron otros activistas colectivistas y comunistas. Sin embargo las tesis contrarias a todo tipo de organización cada vez tuvieron más fuerza, especialmente entre los sectores anarco-comunistas más favorables a la acción clandestina basada en pequeños grupos de afinidad. En cierta manera las críticas tenían mucho fundamento, ya que las disputas internas típicas de las organizaciones formales existentes, el autoritarismo de las mismas, la traición a muchos principios anarquistas y la actitud hostil de gran parte del colectivismo hacia las ideas comunistas eran palpables y reales. Por otro lado el ejemplo de las luchas anarquistas y de hazañas de personalidades como el ladrón anarquista Ravachol robaba a la burguesía y tampoco mostraba remordimientos en matar a miembros de esa clase social-, que en otros estados europeos estaban presentes, así como la actividad de los nihilistas rusos que consiguieron ejecutar al zar, tal y como lo prometieron, y la mayor consistencia de los postulados anarquistas en cuanto a la libertad individual, hicieron que se empezaran a crear actitudes muy comprometidas y coherentes con los diferentes principios anarquistas. La publicación Ravachol acusaba alos organizados de ¡Viva el Primero de Mayo! ¡Viva el año de Maricastaña! pero- (...) no bien se produce un acto revolucionario gritan ¡Al asesino! (...) la organización es por excelencia la escuela de la pereza (...) aunque hablen de la fuerza, son incapaces de llegar a las vías del hecho.(38). También se denunció la incompatibilidad de organización y de revolución, ya que si esta es fuente de autoridad, una revolución encabezada por ella misma sería el germen de un nuevo poder opresor y por ser aniquiladora en su funcionamiento de la libertad individual: organización y revolución (...) rabian de verse juntas (...); en una organización, aún sin autoridad aparente, todos los cerebros deben forzosamente estar aniquilados por el sólo temor de romper la unión, que les parece indispensable aunque jamás les sirve para maldita la cosa(39). En 1885 ese debate organizativo estaba presente, y el problema de cómo crear (o no) una forma de organización fiel a los principios anarquistas, queda reflejado en los postulados del Congreso extraordinario de Barcelona.

No debemos de olvidar que a finales de 1885 murió Alfonso XII, provocando un giro leve en la política del régimen. Mediante el pacto del Pardo Sagasta y Cánovas del Castillo decidieron articular el circo político entorno a la idea del turno pacífico. La primera muestra de este giro en la política estatal significó la entrada en el gobierno del liberal Sagasta, que temporalmente alivió la represión, poniendo fin al estado de sitio presente en el estado e indultando a numerosos presos políticos, así como de promesas de libertad de imprenta...

                En el ámbito internacional las campañas favorables a la jornada de 8 horas de trabajo fueron importantes, más aún cuando en Chicago un mitin obrero favorable a las 8 horas en la plaza Haymarker el 3 de mayo de 1886 acabó en tragedia. Al parecer los cuerpos represivos cargaron contra el mitin mientras estalló una bomba que causó un muerto y varios heridos. Tras este grave incidente, las instituciones políticas y los cuerpos represivos iniciaron la caza de toda persona sospechosa, a la imagen y semejanza de los mejores años de Cánovas del Castillo, pero en versión americana. Los oradores en el mitin obrero, A. Spies, M. Schwab, S. Fielden, A. Fischer, G. Engel, L. Lingg y O.W. Neebe, fueron detenidos y se inició un juicio-farsa contra ellos, al mismo estilo que años después la misma justicia de los Estados Unidos de América montaron contra Sacco y Vanzetti. Finalmente todos fueron condenados a muerte, excepto Neebe que fue condenado a 15 años de prisión y de Schwab, al que posteriormente se le conmutó la pena a prisión perpetua. El 10 de noviembre Lingg, que apenas contaba con 23 años, consiguió suicidarse antes de ser ahorcado a manos de la legalidad americana. Tras su muerte el movimiento obrero mundial quedó conmocionado, así como cualquier corriente ideológica que tuviese un mínimo de sentido de justicia. Un dato, más de 150.000 personas acompañaron el cortejo fúnebre, después de haber estado un día en sus domicilios expuestos ante los honores y honras de los trabajadores de la ciudad.

                En el estado español la noticia de los sucesos de los mártires de Chicago conmocionó al movimiento anarquista, ya que los ahorcados eran anarquistas y destacados activistas del movimiento obrero americano y fueron víctimas de uno de los habituales abusos de los poderes establecidos. Las campañas en favor de las 8 horas se intensificaron aún más. A finales de agosto de 1886, ocho mil obreros de la construcción de Barcelona iniciaron una huelga. En el transcurso de la misma se procedió a la detención de 12 huelguistas en Barcelona, 4 en Sants, mientras una comisión de esta huelga intentaba generalizar el conflicto. La patronal catalana (Fomento de la Producción del Trabajo Nacional) sufrió un atentado al estallar un cartucho de dinamita durante una reunión de la misma, hiriendo a 7 de los presentes. No se sabe aún a ciencia cierta de la autoría de la acción, aunque sin duda, enemigos, la patronal catalana, tenía unos cuantos. La lucha en pro de las 8 horas en Catalunya no fue estrictamente realizada por la FTRE, se elaboró entorno a una Comisión interina favorable a las 8 horas en las que estaban representadas diferentes asociaciones sindicales catalanas. Las disputas internas y debates aún estaban presentes en el movimiento anarquista y en el seno de la FTRE, pero disminuyeron gracias al auge de la conflictividad y movilización social. En 1886 la FTRE en un comunicado de solidaridad con los mártires de Chicago aseguraba que contaba con más de 60.000 afiliados, cifra ciertamente dudosa, aunque de ser cierta supondría un nivel de militancia equiparable al que existía en el Congreso de 1882 de Sevilla.

                El año 1887 representó un aumento de la represión y conflictividad social. En Salamanca se destapó un supuesto complot anarquista hay datos que indican que fue un montaje policial para reprimir al movimiento anarquista- que derivó en las típicas campañas difamatorias y criminalizadoras por parte de la prensa y la clase política, debatiéndose sobre la legalidad de las organizaciones anarquistas y obreras conflictivas. Ante esta situación, la Comisión de la FTRE (por aquel entonces partidaria del colectivismo legalista) se mostró contraria a cualquier prohibición y de abandono de la legalidad, aunque se dejaba libertad de acción a las secciones y federaciones partidarias de optar por la clandestinidad. De hecho en el Congreso que se celebró ese año en Madrid, pese a que las tesis colectivistas se mostraron mayoritarias, se daba mayor flexibilidad a las mismas. Es de suponer que los debates existentes, tanto en el ámbito organizativo como en el ámbito teórico de las ideas, fueron creando posiciones menos intransigentes y más respetuosas con la diversidad de ideas y planteamientos. Por otro lado, en 1887, el régimen padeció motines y algaradas en diferentes zonas de Andalucía contra el impuesto de consumos y el paro generalizado, a la par que temía las actividades conspiratorias de personajes como Ruiz Zorrilla. En cierta manera, pese a las políticas de afianzar el sistema político de la Restauración por parte de Sagasta y Cánovas tras la muerte de Alfonso XII, la realidad era que sólo se mantenía la paz mediante la fuerza, ya que el engaño, método más habitual de control social, ya no se lo tragaba casi nadie con dos dedos de frente, y al parecer ese tipo de personas, quizás por la miseria, quizás por la fuerte represión, o quizás por utilizar las neuronas que todos poseemos, abundaban más que en la triste realidad actual. Por otro lado el problema colonial no se consiguió solucionar satisfactoriamente por los intereses que tenían determinados sectores capitalistas en el negocio colonial. Cuando lo que prima es el beneficio económico frente a la justicia social ya se sabe lo que suele ocurrir...

                Y lo que ocurrió a inicios de 1888 fueron diferentes conflictos en Barcelona, declarándose en huelga carpinteros, ebanistas, zapateros y canteros, en Logroño se pusieron en huelga las modistas y en Cádiz los panaderos. Todos estos conflictos tenían una raíz reformista de mejora de las condiciones de trabajo, aun así, como era habitual, fueron reprimidos por la Guardia Civil, que en su todo por la patria no dudó en torturar a los pobres infelices que protestaban. Incluso en el conflicto de Río Tinto se torturaron a sectores de la población aburguesados. Seis mil personas se manifestaron, de diferentes condiciones sociales, ante el ayuntamiento para pedir la mediación del alcalde ante el conflicto que mantenían con una empresa inglesa que explotaba las minas y emitía numerosa contaminación al calcinar al aire libre los minerales sulfurosos de baja calidad. El alcalde lo que hizo fue llamar al gobernador civil para reprimir a la población que protestaba. Al parecer, la brutalidad habitual también afectó a sectores de la burguesía local, llegando el caso a las mismas Cortes. Finalmente se descubrió que el alcalde era el capataz de una de las minas, el teniente de alcalde, jefe de estadística de otra de las minas y todos los concejales, a excepción de dos, mantenidos por la compañía de las minas... Realmente penoso pero retratador de la naturaleza de la clase política.

                La Comisión Federal de la debilitada FTRE seguía funcionando de manera precaria, ya que los debatesentorno a la organización cuestionaban ya a la propia FTRE. En este clima, en enero de 1888 la Comisión Federal de la FTRE, formada por partidarios del colectivismo más legalista, convocaron un Congreso ampliopara ese mismo año (en Barcelona en el mes de mayo). Esto significaba que estaba abierto a todas las sociedades obreras, sin distinción ideológica de las mismas. En cierta manera era concordante con la actuación de la debilitada FTRE en esos años, ya que en diferentes conflictos participaba conjuntamente con otras organizaciones (huelgas en Catalunya en 1886, campañas por los mártires de Chicago, etc.). En el Congreso de mayo se decidió disolver la FTRE y crear la Federación de Resistencia al Capital, la FRC, basada en el llamado Pacto de Unión y SolidaridadLa nueva organización, la FRC, organizativamente se declaraba estrictamente obrera, aceptando en su seno a cualquier tendencia, incluidas las marxistas y las reformistas. Como organización se puede afirmar que rozaba la informalidad organizativa, sin apenas burocracia y con total libertad de las asociaciones adheridas en la misma. Posiblemente esta propuesta fue realizada por el llamado grupo masón de Barcelona, del cual formaban parte Anselmo Lorenzo y J. Llunas, entre otros militantes favorables. Aun así entre diferentes sectores de la FTRE surgieron más divisiones y rivalidades, el nuevo proyecto no gustaba a todos. Francisco Tomás (Madrid) y Ricardo Mella, ambos colectivistas, rechazaban el nuevo proyecto ya que eran partidarios de una organización estrictamente colectivista. Pese a que Mella había contribuido al debate organizativo, la resolución final no le agradaba. Para diferentes sectores anarco-comunistas la iniciativa de la FRC no era tampoco de gran agrado, ya que la veían como el mismo perro con diferente collar: los reformadores anárquico-colectivistas se hallan en las mismas preocupaciones que hace cosa de un año (o sea antes de ser reformistas). Porque: ¿a quién se le ocurre sino a ellos el querer desterrar y quitar las atribuciones a la C.F. porque la consideran nula y vuelven a caer otra vez en el absurdo al hacer el nombramiento de una comisión representativa con las mismas atribuciones (40). Aunque posiblemente la solución no entusiasmó a mucha gente sí que se dejaba vislumbrar un cierto reconocimiento de errores pasados, posiblemente porque el padecimiento de de las jerarquías internas al final lo padecieron todas las tendencias en el seno de la FTRE.

                Se decidió celebrar el I Congreso de la FRC (unos meses antes se disolvió la FTRE y promovía un nuevo Congreso para establecer la FRC) en Valencia (29 y 30 de septiembre y 1 de octubre). Sin embargo desde diferentes publicaciones se seguía criticando en cierta manera la naturaleza de la nueva federación, muy legalista y reformista, ya que se centraba única y exclusivamente en el ámbito laboral. Ricardo Mella, Francisco Tomás y la delegación de Andalucía del Oeste se mostraron críticos con la nueva FRC, sin embargo entre algunos sectores la crítica de la FTC aundaba más en el problema. Desde El Productor, Pedro Esteve y otros activistas se mostraron favorables a las formas más informales de actuación, aunque remarcaron que en cierta manera se debía de transformar en una organización específica anarquista que admitiera todas las tendencias anarquistas. En ese Congreso se presentó un dictamen que fue aprobado (y aceptado, es de suponer, por las delegaciones que votaron a favor) que instaba a crear la Organización Anarquista de la Región Españolala OARE (véase anexo nº 12). Sin lugar a dudas la organización más fiel a los principios anarquistas creadas hasta la fecha y aún hoy día difícilmente superada. Esta organización específica estaba abierta a las dos tendencias existentes, la colectivista y la comunista, pero también dejaba libertad de funcionamiento táctico a los núcleos adheridos. Por otro lado prescindía de estatutos, aunque promovió la creación de un Centro de correspondencia y estadística, que seguramente a diferentes sectores anarco-comunistas no debieron de agradar demasiado. Tras el Congreso de Valencia nos encontramos que por un lado existe una organización, la FRC, meramente sindical y bastante abierta a las otras tendencias obreras, aunque con un funcionamiento bastante descentralizado. En ella seguramente se sintieron especialmente cómodos los sectores anarco-colectivistas más favorables a la legalidad, a la lucha sindical, la propaganda obrera, etc. En la OARE seguramente los sectores más estrictamente anarquistas, tanto colectivistas partidarios de la lucha insurreccional si se diera el caso como por parte de sectores anarco-comunistas, fueron los que abanderaron la iniciativa. Aunque tampoco es descartable núcleos favorables a las dos iniciativas...

                Es difícil trazar la evolución posterior de las dos nuevas organizaciones, la FRC y la OARE, siendo los estudios sobre las mismas muy pobres y en muchos casos claramente contradictorios o directamente inexistentes, quedando como algo meramente anecdótico. Sin embargo hay constancia, por ejemplo, que en diciembre de 1890 en Andalucía diferentes grupos anarquistas se adhirieron a la OARE. Por otro lado estas organizaciones, debido a su carácter informal o tendente a la informalidad, son más difíciles de estudiar ante la inexistencia de estatutos y tanta carga burocrática normal en las organizaciones formales. Por otro lado la conflictividad del estado, conjuntamente con las justas venganzas del anarquismo, han hecho que las referencias a las mismas sean escasas. Más que posiblemente en los preparativos del 1º de mayo de 1890 participaron activamente, al menos como partes del movimiento obrero (FRC) y del movimiento anarquista (OARE). En las luchas derivadas del 1º de mayo el esquema general que se utilizó fue la agitación y la propaganda anarquista por parte de los grupos y núcleos anarquistas, fuesen o no de la OARE, por un lado, tal y como realizó Fermín Salvochea desde El Socialista, instando a homenajear a los mártires de Chicago y en pos de la jornada de 8 horas. Mientras las diferentes organizaciones obreras, incluida la FRC, promovían las comisiones abiertas para los actos obreros del 1º de mayo (huelga, mítines, etc.). Ese 1º de mayo de 1890 fue la mayor manifestación obrera hasta la fecha. La sociedad de canteros madrileños, de tendencia anarquista, logró sus reivindicaciones a favor de las 8 horas. En Barcelona, tras una manifestación pacífica que acabó en cargas de la Guardia Civil, las organizaciones y núcleos anarquistas declararon la Huelga General, arrastrando a la mayor parte de la población trabajadora de la ciudad. Las instituciones del estado declararon el estado de guerra y se iniciaron los habituales procesos represivos. En numerosas ciudades y localidades andaluzas se produjeron también huelgas, manifestaciones y choques con la Guardia Civil. En otras zonas peninsulares, como Vizcaya y Bilbao también la conflictividad fue alta, así como en otras localidades peninsulares.

                Sin embargo el balance final de esta extraordinaria movilización fue en cierta manera un fracaso. Los socialistas de raíz marxistas fracasaron ante la tibiez de sus propuestas y por el cierto rechazo que manifestaron a las actividades de ese 1º de mayo, más preocupados en ofrecer una imagen positiva al estado que de otra cosa. Los anarquistas fracasaron ante la incapacidad de generalizar los conflictos acaecidos, siendo las vertientes sindicalistas meramente posibilistas las que realmente pudieron valorar el sucedido como algo ciertamente positivo. Sin duda esto debió de suponer una dura decepción para gran parte de los anarquistas, en especial entre quienes esperaban la Revolución como algo posible de inmediato o en una perspectiva próxima. Sin embargo, el mero posibilismo reformista, unido a la sensación que se logra cuando la patronal mejora las condiciones laborales tras una huelga o conflicto, hicieron que la radicalidad de ese 1º de mayo fuese más teórica que práctica. Ante tal situación es comprensible que diferentes anarquistas empezaran a ver claramente que el enemigo no sólo era la burguesía, también toda la masa trabajadora que sólo aspiraba a perpetuar la esclavitud del salario, conformándose con pequeñas migajas en forma de mejoras laborales o con soñar con una lejanísima Revolución. La evolución y moderación del movimiento obrero hizo que gran parte del anarquismo adquiriera conciencia de su propia condición. La conciencia anárquica se hizo más fuerte que la conciencia de clase trabajadora. Si entendemos estos cambios podremos comprender la naturaleza de la posterior evolución del movimiento anárquico. También debemos de tener en cuenta que desde 1890 se restituyó el sufragio universal masculino, aunque el sistema caciquil y manipulado de elecciones siguió siendo igualmente común. Aun así ante esta realidad el republicanismo de corte federal volvió a resurgir, provocando al mismo tiempo las viejas ilusiones que en él puso gran parte del movimiento obrero, en especial el más proclive al sindicalismo.

                Sin embargo la actividad propagandística del anarquismo, en especial el de tendencia anarco-comunista, se mantuvo e incluso aumentó en estos primeros años de la década. En el año 1891 volvieron a aparecer las manifestaciones y conflictos con motivo del 1º de mayo, las campañas a favor de las 8 horas y en homenaje a los mártires de Chicago. Aunque igualmente acabó el año con resultados similares a los conflictos del año anterior: reprimidos por las fuerzas policiales.

                Ya en 1892, en España se padecieron diferentes conflictos abiertos, desde meramente laborales a conflictos contra los continuados abusos patronales y de capataces. Y como era menester de todo orden, éste se impuso con la razón de la fuerza en cualquier localidad del estado con conflictividad, por pequeña que fuese: (...) todas revelaban los mismos hechos: abusos de poder de las autoridades, detenciones arbitrarias decretadas locamente al azar, bajo el imperio del miedo, mantenidas ferozmente (...). Los detenidos contra los que no se podía alegar ni la sombra de una duda eran juzgados (¡!), condenados, expedidos a los presidios o a las cárceles (...). Algunos eran condenados, a ciegas, a uno o dos años (...) Pero la mayoría continuaba en cárcel dura, amontonados en la penumbra de los sótanos (...). Quince meses, tres años, preventivamente, sin interrogatorio ni comparación ante ningún magistrado (...). Una francesa había muerto embarazada en estas condiciones en Barcelona: una pobre mujer embarazada, madre ya de dos niños (...) Otro, un tolosano, Nota: este testimonio es de un periodista francés comentando el año 1882 poco tiempo después. Fueron reprimidos también por dar a conocer las terribles noticias represivas de España en Francia, en este artículo se refiere a ciudadanos franceses también detenidas...- Víctor Roujean, estaba detenido desde hacía veintiún meses. Sin saber por qué en dos años la represión se incrementó, se efectuaron detenciones masivas en Madrid, Cádiz, Tarragona, Sevilla, Córdoba, Bilbao, Jerez, Valladolid y Gerona. Solamente en Barcelona fueron detenidas quinientas personas. En Valencia, cuarenta y seis detenidos fueron sistemáticamente apaleados con un nervio de buey (uno de ellos se llamaba Santiago Salvador, que juró vengarse cuando estuviera en libertad) (...). se había iniciado la época bárbara, no solamente del atentado a la independencia, sino a la carne misma del individuo (...) (41). Sin duda alguna, si podemos hablar de TERRORISMO en el estado español del s. XIX, sería gracias a la acción consciente y premeditada del mismo Estado. Por desgracia, y gracias a la amnesia histórica y la labor de muchas plumas pagadas por las instituciones estatales, se dice que el terrorismo lo fomentaban las ideas anarquistas y que sólo provocaban detenciones en masa. Al estado le daba igual si se manifestaban o ponían bombas, el estado y las élites dirigentes querían que nadie protestase. España era un cortijo, y ellos eran los terratenientes del mismo.

                En este contexto, en la localidad de Jerez, con fuerte tradición anarquista y combativa, el 7 de enero se detuvieron por orden del alcalde a 65 de los activistas de la zona, ya que circulaba el rumor desde los primeros días del año que los campesinos de la zona conspiraban u organizaban determinadas luchas. Inmediatamente la guarnición de la localidad, las fuerzas municipales y la Guardia Civil se acuartelaron. Al día siguiente por la noche un grupo de campesinos, que según distintos estudios rondaban entre 100 y 1000 personas, aunque otros estudios también afirman que en los exteriores de la localidad también habían personas concentradas, se manifestaron por las calles de Jerez pidiendo la libertad de los presos y haciendo diferentes proclamas revolucionarias de signo anarquista. Al parecer en ese clima de conflictividad diferentes activistas proclamaban la radicalización del conflicto, aunque también, al parecer, los días previos esas actividades habían estado vigiladas y organizadas también por confidentes policiales como Ángel TorresFerreti y Fernando Paulet. También se sospechó de un tal Grávalo, el madrileño, quien desde hacía tiempo se había destacado por sus alegatos a los postulados revolucionarios. De hecho, según algunos estudios, A. Torres Ferreti se había reunido con diferentes personalidades locales como José Fernández Lamuela, José Sánchez Rosa, M. Díaz Caballero y otras personalidades, que se sumaron a la idea de un levantamiento insurreccional campesino. Sin embargo Fermín Salvochea estaba preso en la cárcel por aquellos tiempos, en un intento fallido de rescate gubernamental de La Mano Negra, por suerte no existía ninguna Comisión Federal como la de 1883- se mostró contrario a la idea, ya que se mostraba más favorable a esperar un poco para pedir asesoramiento y consejo al anarco-comunista Errico Malatesta, que en esas fechas estaba en España.

                La manifestación o insurrección fallida se saldó con tres personas del pueblo muertas, ya que los campesinos que entraron en Jerez, según algunos estudios, practicaron la caza del burgués, aunque el resultado final fue un campesino, un viajante de comercio y el de Manuel Castro Palomino, hermano de un concejal canovista. Estas muertes, sin duda, sirvieron de carnaza para la masa de periodistas y políticos que habitualmente atacaban al movimiento obrero y al anarquista. Finalmente la fuerzas represivas acuarteladas consiguieron imponer la paz, aunque con la detención en los días posteriores de más de 400 campesinos de la zona. Pese a las detenciones no se consiguió declaraciones de nombres de personas relacionadas con la organización de la revuelta. Sin embargo, el día 15 se detuvo a Félix Grávalo Bonilla, el madrileño, delatando a varias personas, entre ellas los nombres de Fernández Lamela, Manuel Díaz Caballero y José Sánchez Rosa, de acuerdo con el encarcelado Fermín Salvochea, como autores de la organización del asalto a Jerez. Tras estas declaraciones la represión aumentó aún más, con más detenciones, locales clausurados, asaltos a centros de estudios y cooperativas, etc. La represión por entonces también se extendió a la provincia de Cádiz... Para más contundencia y terrorismo de estado, se decidió a proceder a diferentes consejos de guerra, ya que los caso pasaron a la jurisprudencia militar. El mismo 20 de febrero se celebró un consejo de guerra para los promotores de la insurrección y culpables de uno de los fallecimientos durante los hechos. Fueron condenados a muerte Antonio Zarzuela, José Fernández Lamela, Manuel Fernández Reina y Manuel Silva Leal. A M. Caro Clavo a 20 años y a Félix Grávalo, José Romero y Antonio González a reclusión perpetua.

                El terrorismo de estado encendió los ánimos y las protestas, incluso la Iglesia, ante el clamor popular, pidió a la reina María Cristina que conmutara la pena, pero al parecer y con el apoyo de Cánovas del Castillo, a la reina le importó bien poco y reafirmó las penas. El día 20 de febrero se debía de realizar el 2º proceso de Jerez contra el resto de promotores de la insurrección y la muerte del viajante de comercio. Ante la inminencia del proceso las revueltas se radicalizaron y se tensionaron aún más, utilizando todos los medios al alcance. Diversas manifestaciones, como las de Reus y la de Bilbao, acabaron con numerosas detenciones, aunque la tensión social se dejó ver en forma de huelgas y manifestaciones en Catalunya y Euskadi. En ese contexto una anciana murió en Barcelona gracias a la actuación de la Guardia Civil. Al día siguiente un petardo explotó en la Plaza Real de Barcelona, resultando herido un oficial militar. Ante esta situación de máxima tensión, Cánovas, desde su cómoda poltrona, decidió aplazar el proceso previsto para el día 20, sin embargo la campaña prosiguió. El Productor inició una colecta para los encausados, recopilando más de 11.000 pesetas, Cánovas, para asegurarse un clima de máxima represión, lanzó rumores sobre el intento de atentados en el Congreso, el Palacio Real y el Senado. En marzo el ministro de gobernación ordenó la detención de todos los jefes anarquistas, continuando la represión y los montajes policiales más o menos acentuados.

                El 1º de mayo de 1892 se saldó con una huelga en Jerez de 24 horas, fuertemente seguida, al tiempo que una oleada de huelgas asolaron toda Catalunya y otros puntos del estado, así como diferentes episodios de tensiones en zonas agrarias.

                El gobierno de Cánovas ante este clima de permanente conflictividad social buscó acelerar el proceso pendiente y rescató el proceso de unos cartuchos de dinamita encontrados en 1891 y relacionados con actividades anarquistas, pidiendo penas de 60 años de prisión para las personas encausadas. Sin embargo el 11 de diciembre, tras un nuevo gobierno, el fiscal del caso cambió de opinión, alegando que las diferentes pruebas policiales eran poco menos que falsas, pidiendo la absolución de las 68 personas encausadas. Al final fueron puestas en libertad tras permanecer casi año y medio encarceladas, torturadas y ultrajadas.

                Paralelamente se celebró el 2º proceso de Jerez, y pese a que el confidente Grávalo entregó una carta al tribunal reconociendo que las declaraciones eran fruto de las torturas recibidas, sin embargo, y pese a ser el principal testigo de cargo, se desestimó esta carta, al igual que se negó a la defensa la comparación del mismo Grávalo y del agente municipal Ángel Torres Ferreti. Las penas impuestas fueron excesivas, con 9 reclusiones perpetuas, dos penas de 20 años de cárcel, 5 penas de 12 años y un día y otra pena de 15 años de reclusión.

                Tras estas condenas las protestas obreras y anarquistas continuaron, incrementándose igualmente las detenciones y torturas. En Catalunya se detuvo a Teresa Claramunt, destacada luchadora que en el 1º de mayo participó en la huelga que realizaron más de 5000 obreras. El año 1892, según el periódico Le Matín, se produjeron más de 60 motines e intervenciones militares en más de 20 localidades. La conflictividad continuó en 1893, al igual que la represión estatal. El Tribunal Supremo revisó las penas y las mantuvo, aunque algo a la baja.

                Imaginémonos la vida en esos momentos de los sectores de población más desfavorecidos, imaginemos por un momento la represión policial cotidiana, imaginemos también las brutales torturas y la impunidad existente, así como una Justicia inexistente y al servicio de las clases dominantes, así como el clima de mentiras, injurias y difamaciones de gran parte de la prensa y la corrupta política de la época. Imaginemos también que esas torturas son indiscriminadas y por motivos tan radicales como el pedir una reducción de la jornada laboral en 8 horas... Si imaginamos un poco la situación de esos terribles años, una cosa queda clara: el odio sólo produce odio. Es normal que en esa situación más de una persona, puesto que el único futuro pasa por la miseria, la cárcel, las torturas o la servidumbre en un régimen basado en el terror, decida vengarse de los culpables principales de esa horrible pesadilla, tal y como ocurría en otros lugares de Europa. Ya desde 1888 los petardos y diferentes acciones contundentes eran habituales en determinados conflictos sociales, aunque lo que sucedió el 24 de septiembre de 1893 significó un giro en el conflicto social en España, y puede que fuese la única opción de lucha ante las circunstancias existentes. Se puede llamar a este giro terrorismo anarquista, aunque también se puede llamar Justicia Social. Pero no debemos de olvidar que el mayor de los terrorismos era patrimonio del Estado y su Justicia era la defensa de la propiedad, el capital, la tradición y la fe católica.

Los años finales. De Pallás a Angiolillo

                La lucha de los estados contra el anarquismo era una realidad palpable. En los Estados Unidos de América ya desde los 80 el estado combatió al movimiento anárquico, tal y como lo demuestra las muertes de los mártires de Chicago. Uno de ellos, Spies, se manifestó muchas veces favorable al uso de la fuerza y la insurrección obrera. Johan Most, desde Nueva York, proclamaba, mientras editaba manuales para fabricar explosivos caseros, que con 100 hombres preparados proclamaría una insurrección en la ciudad. Por el mundo entero Errico Malatesta viajó intentando crear insurrecciones, en Bélgica intentó que una Huelga General a favor del sufragio universal se transformase en una huelga revolucionaria. En Francia, tras el centenario de la Revolución Francesa (1879), se sucedieron varios años de luchas, de atentados, robos y ajustes de cuentas. Y en ese clima también aparecieron las acciones del anarquista Ravachol, que afirmaba que robar a los ricos era un derecho de los pobres: (...) Morir de hambre es cobarde y degradante. Preferí ser ladrón, falsificador, asesino (...).(42). Fue un terrorista, cosa que aceptaba, según los sectores dominantes, pero para mucha gente era una buena persona que hacía justicia en nombre de las personas pobres y explotadas. De hecho se supo que donó dinero para diferentes causas, entre ellas se sabía que había dado dinero a la mujer de uno de los anarquistas encarcelados tras una manifestación en Francia en 1891 (manifestación deClichy), a la par que había comprado ropa para sus hijos. Sin embargo las acciones de personas como Ravachol dividieron al anarquismo, tanto Malatesta como Kropotkin lo repudiaron (eran más partidarios de las insurrecciones que de las acciones aisladas), aunque otros muchos lo admiraron, incluidos diferentes sectores anarco-comunistas de España. Pero tras su ejecución alcanzó la categoría de mito, retractándose muchos de quienes lo habían criticado. En las calles se popularizó el verbo ravacholiser (eliminar a un enemigo) e incluso existió una canción, con música de la Carmagnolellamada La Ravachole, con frases tan contundentes como la siguiente: Llegará, llegará. ¡Cada burgués recibirá su bomba!. Y, efectivamente recibieron varias bombas, entre ellas la de August Vaillant, que cansado de la miseria y de ver cada día a su compañera y a su hija hambrientas decidió suicidarse, aunque antes de tal fin decidió, como grito de toda esta clase, hacer justicia y señalar las fuerzas culpables de su ruina. No era hombre favorable a matar, por eso su cazuela, reconvertida en bomba casera, la rellenó de clavos y una carga pequeña y difícilmente mortal de explosivos. El 9 de diciembre de 1893, se sentó en la galería destinada al público del parlamento francés, con su cazuela-bomba que lanzó en mitad del debate, entre toda la multitud de parlamentarios. No se produjeron muertos, pero la noticia causó enorme conmoción. Otra acción destacada fue la bomba del caféTerminus, realizada por Emile Henry, quien aseguró que en ese café se encontraban todos los que están satisfechos con el orden establecido, todos los cómplices y empleados de la propiedad y del Estado... toda la masa de buenos pequeños burgueses que ganan 300 a 500 francos al mes, que son más reaccionarios que sus amos, que odian a los pobres y se ponen del lado de los ricos. Esa es la clientela del Terminus y de los grandes cafés de ese tipo. Ahora ya saben por qué golpeé donde lo hice. (...) No hay burgueses inocentes.(43).Que existía detrás de todo esto? El más absoluto odio de clase por parte de personas dispuestas a morir por sus ideas. ¿Fanatismo? No, de ninguna manera, puede que cierta locura, no lo pondré en duda en algún caso, como tampoco pondré en duda que la venganza movió muchas de estas acciones, pero más bien la cuestión, la causa que movió a estas personas fue el dilema de vivir en la humillación y la opresión constante o morir de manera digna. En Italia pasaban también cosas similares, y muchos italianos dispersos por el mundo proclamaban sus hechos, como lo demuestra el asesinato del presidente francés Sadi Carnot el 24 de junio de 1894, apuñalado por un joven obrero italiano...

                El anarquismo en el estado español no era invulnerable a estas influencias, si bien el periodo de 1888 a 1893 las teorías anarquistas de corte sindicalista por un lado, y por otro las acciones encaminadas a la insurrección popular eran las principales protagonistas de la actividad anarquista, a partir del atentado dePallás, movido por la venganza acumulada por el terrorismo de estado, se entró en una espiral, a menor escala de lo que ocurría en Francia, de acciones terroristas. El objetivo ya no era un petardo o amenazas en el marco de un conflicto social, adquiría ya connotaciones de guerra abierta contra las clases dominantes, de aterrorizarlas de la misma manera que ellas lo hacían contra los desposeídos. Muchos pensaban que estas acciones podían hundir un Sistema que ya consideraban, ciertamente con mucho optimismo, moribundo. Pero otros sencillamente actuaron sin importarles demasiado si habría o no revolución, tenían motivaciones diversas: odio acumulado, sed de justicia, locura, convicción en sus principios morales...

                El 24 de septiembre de 1893 recorría por las calles de Barcelona un desfile militar presidido por Arsenio Martínez Campos, de triste recuerdo para el anarquismo y el movimiento obrero y campesino. En el cruce de la calle Muntaner con Gran Vía, en pleno Eixample barcelonés, el anarquista Paulino Pallás (véase anexo nº13) arrojó dos bombas: murió un Guardia Civil, José Tous. Martínez Campos, y los generales Castellvíy Pérez Clemente resultaron heridos leves, lamentablemente el caballo del General murió también en este atentado. Tras el atentado Pallás fue detenido sin mostrar resistencia, entregándose voluntariamente. De inmediato la prensa reaccionaria, la Iglesia y sus periódicos y la clase política iniciaron la caza de toda persona relacionada con las ideas anarquistas. Las detenciones alcanzaron cifras normales de esos años: varios centenares. En octubre Pallás fue condenado a muerte y ejecutado, pese a las diferentes campañas en pro de una petición de gracia.

El 7 de noviembre, en uno de los centros simbólicos de la época de la burguesía catalana, el Gran Teatro del Liceo, durante el segundo acto de Guillermo Tell, Santiago Salvador lanzó una bomba en el patio de butacas del recinto, provocando numerosos muertos y heridos. Inmediatamente se inició la habitual represión. Esta vez a la campaña contra el anarquismo se sumó gran parte de la prensa republicana. A Salvador le movió la venganza por las torturas sufridas durante una de las habituales razzias que montaban los cuerpos represivos a las órdenes del gobierno. El periódico El Productor tuvo que dejar de publicarse ante la negativa de impresión de los dueños de las mismas. Antes que fuera detenido, el 2 de enero de 1894, en Zaragoza, el anarquista Santiago Salvador, las autoridades policiales habían detenido, torturado yautoinculpado a varias personas como Codina y Cerezuela. Tras el error garrafal se les montó otro proceso... Las noticias de las torturas que recibían los desgraciados presos conmocionaron y atemorizaron a gran parte de la población. El 25 de enero, un joven llamado Ramón Morull, atacó e hirió al Gobernador Civil de Barcelona, Larroca. Las penas se empezaban a imponer, el mismo Morull fue condenado a 17 años de cárcel, y nuevos procesos aparecían, a la par que en los existentes se sumaban nuevos nombres. Las torturas fueron brutales y constantes. En ese momento la represión alcanzó límites tan grandes que entre las filas de algunos diputados se alzaron voces de denuncia, entre ellas la de Baldomero Lostau, quien denunció lo que ocurría en Barcelona y otros lugares al ministro de Guerra José López Montenegro. Como era previsible, el gobierno no hizo nada y continuó con su política de represión y terror máximos. La causa abierta contra Salvador y otras 16 personas continuó adelante, siendo ejecutado Santiago Salvador el 21 de noviembre de 1894, como muchos anarquistas de la época, mediante garrote vil. Este aparato era una especie de silla con un respaldo recto con un torniquete a la altura del cuello y diferentes cuerdas para atar a la persona a ejecutar. El torniquete se sujeta al cuello de la víctima por una especie de corbata, por la parte detrás del respaldo sale la cuerda que está atada en el cuello, por un lado del respaldo, mientras que por la parte trasera está atada a un palo. El palo se retuerce provocando la asfixia de la víctima. En algunos garrotes se añadía un clavo para provocar la muerte por asfixia y rotura de las vértebras cervicales. La muerte podía ser más o menos dolorosa y larga, según el criterio y la habilidad del verdugo. Normalmente el verdugo se presentaba con la siguiente pregunta:Soy el verdugo. ¿Me perdonas? Si la víctima le perdonaba el verdugo la abrazaba, la ponía en la silla, le ponía una capucha y lo ataba. Si la víctima no le perdona el verdugo intentaba hacer la muerte más lenta y dolorosa. También era habitual atar en las manos de la persona a ejecutar un crucifijo... Curiosamente durante el proceso, Salvador se mostró como un converso del catolicismo, provocando toda una campaña de la Iglesia a favor de su indulto, sin embargo antes de hacerse efectiva la ejecución negó cualquier tipo de fe católica y se declaró anarquista.

                Pese a la imparable represión muchos periódicos y publicaciones anarquistas siguieron saliendo a la calle, y las pocas sociedades obreras que sobrevivieron se disolvieron y se reorganizaron clandestinamente. En Barcelona se creó incluso una brigada especial de la policía, con el nombre de Ronda Especial, para la persecución del anarquismo, dirigidas por mandos procedentes de la Guardia Civil y compuestas por mercenarios sacados de la delincuencia común sin ningún tipo de moralidad o conciencia.

                Otro dato remarcable en esos años fue el continuo problema colonial que se materializó con el alzamiento independentista cubano del 28 de enero de 1895. El conflicto colonial aumentó la represión y se abrió el abanico de la misma. El Ejército asaltó el periódico gubernamentalista El Resumen a causa de unas declaraciones que consideraron ofensivas. Por motivos similares el 14 de marzo tomaron la sede delcastelarino El Globo, asesinando a varios periodistas. Si por si fuera poca cosa, un frente formado por el Ejército, la Guardia Civil y la Policía provocó un cambio de gobierno más favorable aún a las tesis de mano dura y de estado policial y militar existentes. Martínez Campos fue designado como Capitán General de Cuba, poniendo a su servicio un ejército de 52000 hombres para reprimir el alzamiento cubano. La estabilidad del régimen creado por Cánovas estaba en serio peligro. Si bien el problema obrero estaba más o menos resuelto y la lucha contra las acciones individuales de anarquistas y exaltados parecían más controlables, el frente abierto en Cuba añadía un nuevo frente, tanto o más peligroso que los frentes peninsulares existentes. Más aún cuando los Estados Unidos de América empezaron a criticar los abusos cometidos en Cuba, con evidentes intereses de aumentar sus áreas de influencia...

                En el estado español la guerra de Cuba crispó los ánimos de una población harta de tanta miseria y, ahora, con el envío de tropas a la guerra, se iniciaron movilizaciones contra la misma. Manifestaciones, principalmente compuestas por mujeres, se sucedieron por diferentes puntos del estado. A esta campaña también se sumaron publicaciones anarquistas como El CorsarioEl DespertarLa nueva Idea La Idea Libresin embargo el movimiento obrero, fuertemente reprimido, contaba con muy pocas fuerzas ante la continuada represión estatal.

                En este contexto una sospechosa bomba explotó el 7 de junio de 1886 durante la procesión del Corpus en Barcelona. El balance final fueron 6 personas muertas y 42 heridas. La bomba era sospechosa, puesto que si hubiese explotado en la cabeza de la procesión hubiese liquidado a diferentes representantes de las jerarquías eclesiásticas, civiles y militares, sin embargo explotó en un tramo con personas sin ninguna significación. Este atentado sirvió como excusa para decretar el estado de guerra, desviar la atención de lo que sucedía en Cuba e iniciar la habitual campaña de acoso y derribo de locales, activistas y publicaciones anarquistas y obreras. La locura represiva se extendió a las familias de personas inculpadas en procesos anteriores, personas que no habían bautizado a sus hijos, a quienes habían contraído matrimonio civil,exdiputados (incluso el exministro Estévanez), a periodistas, el abogado Pere Corominas, a un hombre casi ciego, Abayá, la luchadora Teresa Claramunt e, incluso, un empresario que protegió a un obrero. También se detuvieron a personas que fomentaron la creación de escuelas laicas, tales como Juan MontsenyBartomeu, Serra y Montenegro. Este proceso represivo iba más allá de las meras ideas anarquistas, toda persona conideas avanzadas o anticlericales podía ser reprimida, amparada por el integrismo de la Asociación de Padres de Familia o los jesuitas. Las detenciones oscilaron entorno a 400 personas detenidas, y se intentó, mediante la tortura, buscar alguna autoinculpación. Incluso se intentó acusar del atentado al retrasado mental Ricardo Puig, aunque finalmente las investigaciones culparon a diferentes personas como CasimiroBalartLlombart y Alfredo Baccherini. El 21 de junio se detuvo al anarquista Fernando Tárrida del Mármol, director de la Academia Politécnica de Barcelona, seguramente por sus actividades y por haber participado en el Congreso universal del librepensamiento celebrado en París en 1889, donde pronunció un gran discurso anticlerical. Si existía algún tipo de Libertad en el estado español, durante esta oleada represiva fue completamente aniquilada en nombre del orden, la patria y la religión. La prensa burguesa se sumó, como de costumbre, a las campañas difamatorias. El Noticiero Universal el 8 de diciembre afirmaba que los culpables del atentado eran Tomás Ascheri, José Molas y Antonio Nogués, que junto a otras personas habían preparado el atentado, recayendo la fabricación de la bomba el cerrajero Juan Alsina. Resulta curioso que para lanzar una bomba hiciera falta tanta gente...

                Sin embargo las noticias que trascendieron por toda Europa sobre los procesos iniciados, conocidos como los Procesos de Montjuich, fueron ampliamente difundidas por Europa, gracias en parte a que Tárridadel Mármol, gracias a las influencias de su poderosa familia, consiguió salir de prisión. Una vez en el extranjero publicó los relatos de las torturas que se cometían en Barcelona. La mayor parte de los procesados estaban en el castillo de Montjuich, fortificación militar en la montaña del mismo nombre. Dicha montaña, situada entre el delta del río Llobregat y el llano de la ciudad de Barcelona. Históricamente esta plaza militar había servido para bombardear la ciudad en diferentes episodios de revueltas y conflictividad, conjuntamente con la plaza que existía en el actual parque de la Ciudadela. En dicho castillo se procesaron a miles y miles de anarquistas durante muchísimos años, siendo torturados y asesinados...

                Las torturas cometidas durante estos procesos, la arbitrariedad de los mismos, no dejaban de ser una manifestación del estado en el uso del terror, indiscriminado y encaminado a eliminar cualquier tipo de disidencia política o social. Las torturas fueron horribles, existen documentos y testimonios que relataron lo que se vivió en Montjuich: latigazos, ayunos de 24 horas interrumpidos por un pedazo de bacalao seco sin nada de líquido para injerir, interrupción del sueño, provocar el cansancio físico, etc. Si las personas detenidas no empezaban a autoinculparse o a dar nombre se pasaba a un nivel superior de torturas:guillotinamiento de testículos con cañas o cuerdas de guitarra, aplicaciones de hierro candente a la carne, quemaduras de cigarrillos, introducción de cañitas entre las uñas y la carne, utilización de una especie de casco de hierro que oprimía la cabeza y desgajaba los labios. Igualmente a determinadas personas procesadas les aplicaron métodos diferenciados. A Joseph Thioulouze, por no saber hablar castellano, lo bajaron a un celda de interrogatorios, fue desnudado, amordazado y le empezaron a dar latigazos hasta que aprendiese castellano sin embargo el Castillo de Montjuich se transformó en un Castillo del Terror, que nada tenía que envidiar, en cuanto a sadismo y brutalidad, a los campos de concentración que se utilizaban en Cuba: (...) Los martirios han dejado en los cuerpos de las víctimas huellas imborrables. Todos tienen las cicatrices más o menos grandes de las heridas causadas con el látigo. Francisco Gana tiene varias cicatrices en las manos y los brazos, que se le reventaron a consecuencia de lo apretadas que le pusieron las manillas de hierro. A Sebastián Suñer las manillas le entraron en la carne, a consecuencia de lo cual le ha quedado como un brazalete en cada muñeca. Antonio Nogués tiene en una nalga una N marcada con hierros candentes y tiene atrofiado un testículo. Luis Más está loco, siendo así que antes de ser reducido a prisión no tenía perturbadas las facultades mentales. Tomás Ascheri, Francisco Callís y José Molas, presentan cicatrices en varias partes del cuerpo. Sebastián Suñer tiene los testículos magullados, y Francisco Gana presenta una hernia que antes no tenía en el bajo vientre, viéndose obligado a usar braguero, y ha perdido la uña del dedo mayor del pie izquierdo, a consecuencia de las cañitas que le introdujeron entre carne y uña. (...) Cuando fueron careados con alguno de nosotros Tomás Ascheri, AntonioNogués, José Molas, Sebastián Suñer y Luis Mas, presentaron cicatrices sanguinolentas en los labios y en las muñecas Molas, además, tenía la cabeza hinchada (...) (44). Pese al clamor popular tanto en España (Pi i Maragall se destacó en la defensa de los procesados, haciendo públicos los atropellos legales que se estaban produciendo) como en el resto del mundo, se inició el 11 de diciembre de 1896 un Consejo de Guerra contra una parte de las personas detenidas. El resultado de este proceso falsa se saldó con las penas de muerte para Tomás Ascheri, Antonio Nogués, José Molas, Jaime Vilella, José Villa, José Pons, Luis Mas (que se había vuelto loco por las torturas recibidas) y Sebastián Suñer. Otros recibieron penas de 20 años de cárcel, otros de 19 años y un día, de 9 años y 4 meses, de 8 años y 4 meses, resultando absueltos unos pocos. Sin embargo, y gracias a las campañas internacionales e internas se decidió revisar el proceso.

                Durante la campaña internacional contra estos procesos salió a la luz en Les Temps Nouveaux los nombres de varios torturadores: José Mayans, Rafael Mayans (hijo de José), Manuel Carreras, InturcioEstorqui, Félix Carral, Botas y Cirilo Ruiz, bajo las órdenes del teniente Narciso Portas. Bajo el amparo del gobierno de Cánovas del Castillo.

                El Gobierno ante la magnitud de los sucesos creó una Comisión para estudiar las denuncias, aunque ésta sólo intentó comprar el silencio a cambio de favores en las penas, aunque fracasó en su cometido. Sin embargo la revisión del proceso continuó, sin ningún tipo de garantías o derechos, dándose las nuevas sentencias el 1º de mayo de 1897, similares al primer fallo, aunque con alguna pena menor. Tres días después se produjeron las ejecuciones en el castillo de Montjuich, tomado por las fuerzas represivas, ante una multitud, mayoritariamente mujeres, que quería rendir homenaje a las víctimas del terrorismo del estado español: 5 ejecuciones, diferentes condenas de prisión y 82 absoluciones. Pero la pesadilla de estos procesos aún no parecía tener fin, ya que había más de 200 personas presas que esperaban ser procesadas y tomar declaraciones.

                La lucha se volvió más desesperada, la única salida era matar al tirano: Cánovas del Castillo. Ese mismo año dos anarquistas madrileños intentaron matar a Cánovas, esperándole con una bomba en la puerta de su domicilio, desgraciadamente el artefacto estalló antes de tiempo, provocando la muerte de uno de ellos, Francisco Ruiz, y la detención del otro implicado, Francisco Suárez. Ante el temor de atentados, el gobierno decretó el destierro de 81 de las personas detenidas tras el atentado de Cambios Nuevos. Mientras salían las últimas personas desterradas de las fronteras, el 22 de julio, Cánovas del Castillo, se fue de vacaciones al balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa). Tras permanecer dos semanas de relax, lujos y comodidades, la extrema vigilancia que le protegía se debió de relajar ante la tranquilidad aparente. Sin embargo un joven anarquista italiano Michelle Angiolillo Lombardi, actuó por profesar ideas revolucionarias y como venganza de los anarquistas muertos en Barcelona...

                Impresionado por los testimonios de las torturas durante los procesos de MontjuichAngiolillodecidió hacer justicia, al parecer con cierto apoyo del independentismo cubano (le facilitaron diferentes aspectos logísticos de la acción), y asesinó a Cánovas del Castillo, la misma persona que afirmaba que las desigualdades eran obra de Dios, que no dudaba en permitir la tortura y el terrorismo de estado, la misma persona que le importaba bien poco la vida de los explotadas en las colonias, ciudades y campos del estado. En definitiva, Cánovas representaba la figura de un Tirano...

                Sobre la una de la tarde del 8 de agosto de 1897, aprovechando que Cánovas estaba sólo en la galería del balneario le apuntó y le disparó en cuatro ocasiones, hasta verlo caer muerto. Inmediatamente fue detenido y el mismo mes de agosto fue juzgado, afirmando actuar él sólo y por sed de justicia. La Justicia del estado lo condenó a muerte por garrote vil. Antes de morir dijo en voz alta, dirigiéndose al público:terminado.

                El imperio del terrorismo de estado se había cobrado numerosas víctimas, la acción de Angiolilloequilibró la balanza. Por otro lado la crisis del Estado se acrecentó, más aún cuando en 1898 se perdieron las colonias de ultramar y la guerra contra Estados Unidos de América. Incluso la Justicia cambió levemente, como lo demuestra la absolución del periodista Ramón Sempau, que tras seguir los procesos nefastos del Castillo de Montjuich atentó contra el teniente Portas, uno de los máximos responsables de las torturas cometidas. Pese a estar debilitados, el movimiento anarquista y el obrero siguieron vivos y el estado mostró grandes muestras de debilidad, tal y como se demostró con el gobierno de Sagasta (4 de octubre de 1897), dejando en libertad a las personas aún presas en Montjuich y permitiendo el retorno de los desterrados.

                El s. XIX anarquista acabó aquí, iniciándose una nueva etapa del anarquismo en el estado español. Aunque el balance de estos años fue negativo, ya que la Revolución no fue posible, el anarquismo maduró en sus planteamientos y aprendió muchas lecciones, aunque posteriormente muchas de estas lecciones se olvidaron... Sin embargo no debemos de olvidar que el movimiento social más importante de los siglos XIX y XX en el estado español fue el anarquista, sin embargo la amnesia y la mentira histórica, intencionadas o no, olvidan esto y nos dibujan una Historia alejada de los movimientos sociales, centrada en la clase política, en especial la reaccionaria, y tendente a la moderación y olvido de todo suceso incómodo que ponga en duda el principio de autoridad y el orden. El anarquismo existió y cometió numerosos errores. No se puede olvidar que en la FRE y la FTRE se produjeron muchas manipulaciones, pero tampoco se debe de olvidar la autocrítica siempre presente y el afán por conquistar unas ideas basadas en la Libertad, la Igualdad y la Autogestión, como tampoco se tiene que olvidar que las diferentes acciones y luchas anarquistas sirvieron para concienciar a gran parte de la población del estado.

FIN
Barcelona, 13 de enero de 2006.
Francisco de Paula Fernández Gómez

0 comentarios:

Publicar un comentario