1881 – 1883. De la FTRE a los sucesos de La Mano Negra


1881  1883. De la FTRE a los sucesos de La Mano Negra

Los primeros gobiernos de la Restauración cayeron en manos del Partido Conservador de Cánovas del Castillo. Aunque fue en la década de los 80 cuando empezó a madurar el sistema bipartidista de la Restauración entre el Partido Conservador (Partido Liberal Conservador) y el Partido Liberal (Partido Liberal Fusionista). En 1880 se constituyó el Partido Liberal liderado por Sagasta y en las elecciones de 1881 resultó vencedor de las mismas, en las cuales tenía derecho a voto aproximadamente un 5% del total de la población. En este gobierno de Sagasta se reabrió la oportunidad a las organizaciones obreras de actuar en la legalidad. Posteriormente, y ante la muerte prematura del rey Alfonso XII (1885), Sagasta y Cánovas mantienen conversaciones para afianzar el régimen político de la Restauración (Pacto del Pardo). En este Sistema se favorece un bipartidismo: El Partido Liberal (Sagasta) y el Partido Conservador (Cánovas), que mediante caciquismo y amaño de las elecciones se turnan en el gobierno, ofreciendo las dos caras de la misma moneda. Siendo el sector conservador más derechista y el sector liberal más progresista, pero en el fondo amantes del más absoluto orden. El Sufragio, muchas veces por iniciativa de los liberales, fue aumentando con el paso de los años (en 1890 se aprueba la ley de Sufragio Universal Masculino), sin duda alguna porque las elecciones eran auténticas manipulaciones caciquiles, creándose mayorías o minorías al antojo del gobierno de turno, ya que el monarca era el encargado de designar el jefe de gobierno y le podía dejar también disolver las Cortes y convocar elecciones. No hay duda que desde el ministerio de gobernación se cocinaban los resultados. Para disimular, con un poquito de vergüenza torera, se dejaba que algún elemento moderado republicano, tal como era Castelar, se situara en el espectro político de la época como lo más izquierdista de las Cortes, a la par que algún carlista por el flanco derecho para presentar un régimen que, en muchos aspectos, se podría comparar al de 1868. Cánovas creó el régimen y Sagasta le dio forma.

En 1881 y tras la formación del gobierno de Sagasta las expectativas de legalidad para las organizaciones obreras se hicieron realidad. En este contexto se convocó un Congreso en Barcelona, en un principio promovido por sectores republicano-federalistas, pero al que luego se le sumaron otras tendencias, entre ellas las anarquistas. El Congreso se celebró en el Teatro del Circo de Barcelona a partir del 24 de septiembre de 1881. En octubre quedó constituida la Comisión Federal de la Federación de Trabajadores de la Región Española(FTRE), seguramente compuesta por los siguientes hombres: Francisco Tomás, Antonio Pellicer Paraire, José LlumasEudaldo Canibel y Farga Pellicer. El siguiente Congreso se decidió realizarlo en Sevilla en 1882, por el fuerte peso organizativo de la FTRE en dicha región. La FTRE fue una actualización de la FRE, aunque favorable a los métodos pacíficos y legalistas, aunque no dejó del todo ciertas amenazas de uso de la violencia si fuese necesario. De hecho su centro director se encontraba en Catalunya, controlado por sectores colectivistas moderados y legalistas, aunque seguramente su afiliación de Andalucía no descartase el uso de la fuerza, tal y como promovía la FRE durante la clandestinidad. De hecho algunos sectores de la FRE partidarios de la clandestinidad mantuvieron la organización hasta 1882. De hecho, hay constancia de una reunión en abril de 1882 de la FRE clandestina en Barcelona, donde se decidió crear la AIT. Grupos de Barcelona, como organización secreta y clandestina, mientras que optar por la nueva FTRE como organización pública. También diferentes estudios señalan que muchos supuestos anarquistas en realidad eran meros reformistas que creían en la Anarquía como algo muy lejano, fruto, incluso, de un proceso evolutivo en base a reformas. También era fuerte la presencia de la tendencia republicano-federal en el seno de la FTRE y de elementos que se declaraban anarco-federalistas y demás tendencias, dando muestra que el movimiento libertario empezaba, dentro de un marco colectivista, a subdividirse en varias tendencias.

Sin embargo, en la práctica, el dirigismo se mantuvo con respecto a la época de la Clandestinidad, con un fuerte control de los sectores más moderados y de la Comisión Federal. Durante el auge de militancia entre 1881 y 1883 las voces discrepantes con la línea oficialista no fueron destacadas, aunque en la zona de Andalucía las tesis favorables a la acción revolucionaria siguieron existiendo y fueron importantes. Incluyendo la actividad de grupos que hasta 1882 aún se denominaban como FRE. Las ideas colectivistas siguieron siendo hasta los sucesos de La Mano Negra las mayoritarias y quién sabe si las únicas.

En el congreso de Sevilla de 1882 la FTRE contaba con cerca de 60.000 afiliados, la mayor parte de ellos de Andalucía, aunque las divisiones entre los centros más o menos industrializados (Catalunya, Levante y en cierta manera Madrid), partidarios de la lucha sindical y legal y, los centros rurales, encabezados por Andalucía, partidarios del reparto de tierras y la lucha feroz contra los terratenientes aparecieron. De hecho se destaca mucho la disputa entre Josep Llunas de Barcelona, partidario de los métodos legalistas y de Miguel Rubio, delegado de Montejaque (Sevilla), partidario de la vía insurreccional y uno de los primeros, por otro lado, en defender las tesis comunistas como única doctrina genuinamente anarquista. En este Congreso de Sevilla de 1882 (entre el 24 y 26 de septiembre), Las tesis mayoritarias fueron de un claro enfoque reformista y favorables a la huelga reglada, también se descartaron los métodos violentos y aunque se mantuvo el lema deanarquía, federación y colectivismo, todo ello quedaba más bien como algo teórico más que práctico. Sin embargo sería aventurado afirmar que el campo andaluz era partidario en ese momento de las tesis comunistas y que las zonas más industrializadas y urbanas, como Catalunya, fuesen partidarias del colectivismo. La entrada de ideas anarco-comunistas en esos momentos, de existir, tal y como apunta la intervención de Miguel Rubio en el Congreso de 1882 o la posible visita de Kropotkin en época de clandestinidad, no son suficientes como para afirmar que el anarco-comunismo arraigó en esos momentos en el movimiento libertario del estado español, pues de existir aún deberían de ser minoritarias, tal y como lo demostraría la escisión de la FTRE, Los Desheredados, la cual aún seguía llamándose a sí misma como colectivista o en los propios supuestos estatutos de La Mano Negra, en donde no hay ninguna referencia a tesis comunistas, así como si se lee el portavoz oficioso de la FTRE, La Revista Socialen donde se hacían referencias a Kropotkin pero se afirmaba que era anárquico-colectivista. Posiblemente este silencio de las ideas comunistas se produjeron por la acción intencionada de las élites dirigentes de la FRE primero y de la FTRE después, aunque de alguna manera u otra podría ser posible una entrada limitada de estos planteamientos por parte de activistas refugiados en América u otras parte de Europa mediante el correo y elenvió de publicaciones. Sin embargo es más fácil entender estas disputas como una forma de entender la táctica adecuada en ese momento, para los centros industriales las tácticas legalistas y favorables a la Huelga deberían de ser mejor aceptadas, aunque en zonas agrarias las tesis partidarias de la violencia encajaban mejor en la realidad social de aquel momento. Un trabajador andaluz en 1882 escribía en la Revista Social las siguientes cosas sobre la realidad en el campo andaluz:

El encargado se llega a un grupo que antes ha inspeccionado, y le dice a uno:

-¿Quieres venirte al cortijo de Tal?
-¿Qué voy a ganar?
-Lo que gane el otro
-Pero hombre, ¿no puedo saber yo lo que gana otro?
-Tú ganarás lo que ganan los que están allí, (...) he mandado a seis o siete y no han preguntado qué iban a ganar; luego te pagarán al precio que resulte por tu trabajo (...) 

Tras describir diferentes abusos, miserias y trato humillante por parte de los terratenientes y los encargados continúa el texto con algunos detalles del día a día- En la cocina del cortijo es donde han de cenarlos trabajadores- y se están hasta que se van a dormir, siendo este sitio donde debían de estar los burgueses; (...) insectos inmundos que en todo tiempo hay, el humo producido por el fuego de estiércol (...) hablando el encargado, enmudecen todos y tienen que reírle los chistes y ocurrencias. De esta suerte están restregándose bien los ojos, hasta que el encargado con alguna palabra de las de su uso: ¡A dormir! (...) El dormitorio es un departamento en donde se van almacenando las pajas que el ganado no ha querido, que consiste en palillos, tierra y espinas (...). El que no tienen con qué taparse no se embarranca y se tapa con pajas.(...) Nos pagan a 15 cuartos (2rs) de jornal, cuando el kilo de pan vale 44 céntimos de peseta (precio general) y tengo 4 hijos y la mujer... ¡Era mejor ser ladrón que servir a estos inquisidores!(29)Esta dura realidad rural, en donde la miseria era generalizada, el odio contra la opresión extremadamente fuerte, la delincuencia vista como una forma de supervivencia e incluso como una opción de vida válida, con levantamientos populares constantes y, durante esos años, en medio de una fuerte campaña de quema de cosechas, asesinatos y ajusticiamientos de explotadores, motines, lucha armada, mendicidad generalizada, hambre... Explican por sí sola la realidad andaluza y la ineficacia en la aplicación de métodos sindicales exclusivos en la lucha, aunque en algunas ocasiones también en el ámbito andaluz la huelga fuera utilizada y con éxito. Por otro lado las experiencias acumuladas hicieron que gran parte de los anarquistas no del todo concordantes con la línea de acción de la Comisión Federal (legalista y sindicalista) desconfiaran de la legalidad y los métodos pacíficos, y los ecos de la Comuna de París, la represión tras los sucesos cantonales, especialmente en Alcoy, la difusión de las luchas y atentados en Rusia por parte de los llamados nihilistas o los atentados y acciones en otros puntos geográficos como Francia, sí que llegaban a los activistas del estado español, puesto que pese a la línea sindicalista y legalista de La Revista Social (editada en Madrid y portavoz oficioso de la FTRE), estos temas también estaban recogidos en sus páginas. Debemos de esperar a los sucesos de La Mano Negra para encontrar de nuevo fuertes disputas y reproches. En el nº94 de dicha publicación se recogió el Manifiesto de la Comisión Federal de la FTRE (1883) (véase anexo nº8) que criticaba de manera bastante explícita esa supuesta organización y cualquier manifestación que no fuese sindical y legalista. Paralelamente también desde los órganos dirigentes de la FTRE y de publicaciones afines como La Revista Social, se inició una campaña de victimismo que achacaba todas las acusaciones que vinculaban a la FTRE y La Mano Negra a maniobras de determinados medios, políticos y sectores económicos, cosa que muy posiblemente fuese cierta, pero al mismo tiempo se encontraron diferentes declaraciones que abrieron una fuerte brecha en el movimiento libertario tales como el propio manifiesto de la Comisión Federal, apelaciones a creer en la Justicia del Estado e inocencia de los internacionalistas acusados de pertenecer a La Mano Negra como se recoge, entre múltiples ejemplos, de una carta enviada a La Revista Social por parte de la regional andaluza en el verano de 1883 para su reorganización: La Federación Regional, la que fue calificada por algunos caciques como La Mano Negra; pero gracias a los Tribunales de Justicia (...) convencidos de que la Federación regional es lícita y amparada por la ley...(30) . Esto, a medio plazo, supuso el fin de la FTRE y el inicio de un fuerte debate organizativo y otro paralelo sobre las tesis anarco-comunistas y anarco-colectivistas.

El proceso de La Mano Negra se abrió en 1883, tras el asesinato de Bartolomé Gago Campos, elBlanco de Benaocaz, por parte, presuntamente, de unas cuantas personas, dos de ellas, al menos, miembros también de la FTRE. En el juicio que salió a la luz, con 16 procesados, se especuló con tres móviles diferentes. El primero era debido a una deuda de Blanco con uno de los procesados, el segundo era un crimen meramente pasional y el tercero era debido a que este personaje era un posible confidente policial. De los encausados 7 fueron asesinados por el estado mediante garrote vil: los hermanos Francisco y Pedro Corbacho, Manuel y Bartolomé Gago de los Santos, primos de la víctima, Cristóbal Fernández, Gregorio Sánchez Novoa y Juan Ruiz. Otro condenado a muerte, José León Ortega, se le conmutó la pena de muerte tras volverse loco en la cárcel. Otro encausado murió, Cayetano de la Cruz, tras suicidarse en prisión, al tener un poco de remordimientos al vender al resto de condenados, al fin de cuentas éste último era un confidente policial. Los encausados eran pequeños propietarios y jornaleros, con la excepción del internacionalista Juan Ruiz que ejercía de profesor. La FTRE los dejó en la más completa estacada, ya que no entraban en el esquema de trabajadores honrados. Sin duda este crimen seguramente no fue fruto de una acción política, teniendo su origen en la delincuencia común, muy extendida en la Andalucía rural de la época. Sin embargo la represión se extendió a todo miembro sospechoso de pertenecer a la Internacional o a cualquier organización obrera o secreta. Para el estado este caso, con varios internacionalistas encausados, fue la oportunidad para crear todo un montaje torno a una supuesta Mano Negra, apareciendo unos supuestos estatutos (véase anexo nº9) de una organización anarquista de carácter terrorista y un supuesto tribunal popular. A partir de aquí la represión se aplicó a toda disidencia que se mostrase próxima a los postulados obreros o anarquistas. Era una manera de extender la represión más allá de ese caso y favorecer un clima de linchamiento, en medio de una situación en Andalucía de guerra y tensión social. Por otro lado el crecimiento de la FTRE no agradaba, como es lógico, a los sectores dominantes de la sociedad de la época, y el miedo a nuevos episodios tales como los de Alcoy o de extensión de la conflictividad andaluza eran patentes. De hecho pese a la línea legalista de la FTRE nunca se dejaron de enviar advertencias sobre la capacidad de usar la violencia: “¡Ah! Si no hubiéramos hecho el propósito de no perder la calma(...), si no tuviéramos presente el fin grande que perseguimos; si la pasión nos cegara y diéramos impulso a la justa cólera (...) es (...) casi seguro, que diéramos razón a la burguesía (...)(31)Aunque este tipo de declaraciones tenían más de bravuconadas que de otra cosa. De haber existido, La Mano Negra encajaría en el contexto de clandestinidad existente años atrás, o incluso en esa época por parte de partidarios de los métodos insurgentes, aún importantes en Andalucía, sin embargo una carta enviada a La Revista Social (Nº96, año III, abril de 1883) hace referencia a un antiguo caso represivo sobre varios activistas andaluces que en 1878 se les acusó de formar parte de una supuesta organización llamada La Mano Negra. La explicación que, a mi juicio, mejor hace encajar el caso de La Mano Negra, sería fruto de una maniobra de la Guardia Civil y los medios represivos del estado, que ante un panorama al borde de la insurrección generalizada en algunas zonas de Andalucía tanto en 1881, 1882 y 1883, rescató” unos supuestos estatutos de dicha organización, los hizo públicos en un caso de delincuencia común y lo revistió como una supuesta trama criminal y anarquista. Por otro lado los medios represivos, mediante confidentes o infiltrados, sabían que dentro del movimiento anarquista un caso de esta magnitud no haría favorable una reacción solidaria, puesto que los cuadros dirigentes de la FTRE estaban más por la lucha legal y la huelga que por la toma de las armas, haciéndose de esa forma más evidentes las divisiones internas que ya en los últimos años de la clandestinidad fueron acusadas. Pruebas de lo dicho son los juicios que se celebraron, la utilización de medios propagandísticos burgueses difamando a la Internacional como una organizacióncriminal y secreta y la posterior evolución del movimiento anárquico. Tampoco debemos de descartar que algunos terratenientes aprovecharan el clima de inestabilidad y de conflictividad en Andalucía para sabotear a otros terratenientes y para conseguir o robar diferentes terrenos en disputa.

Tras estos sucesos la línea de la Comisión Federal de la FTRE fue claramente moderada, legalista y hasta cierto punto vergonzosa, ya que hicieron que la FTRE como organización se mostrase inoperante ante una situación de tal magnitud, por otro lado las discrepancias en las tácticas a utilizar se hicieron irreconciliables y, lo que es más importante, se abrieron diferentes debates dentro del movimiento anarquista. Desde postulados colectivistas y posteriormente también comunistas se criticaron los juegos de poder existentes en las organizaciones anarquistas, las jerarquías internas, la burocracia, etc. La Mano Negra puso al descubierto las diferencias internas dentro del movimiento libertario. El sector dirigente de la FTRE y loslegalistas contra los disidentes, partidarios de la violencia y gran parte de ellos poco después abiertamente anarco-comunistas. Los legalistas se esforzaron, sin apenas resultados, por convencer al gobierno de que la FTRE era contraria y ajena a los delitos comunes, condenándolos y afirmando que El que roba, siempre será un ladrón: el que secuestra, un secuestrador, y el que asesina, un asesino, lo mismo en la sociedad presente que en la del porvenir.(...)En el seno de la Federación de Trabajadores de la Región Española no caben, ni existen, ladrones, secuestradores ni asesinos.(32)Incluso los órganos dirigentes de la federación acusaron a losextremistas de Arcos y Jerez de ser los culpables de los sucesos de La Mano Negra y se aprovechó paraliberase de la oposición interna dentro de la FTRE, acusándoles de perturbadores. Ya a fines de 1882 y en los inicios de 1883, antes de que estallase el caso de La Mano Negra, la Comisión Federal y los legalistas expulsaron a diferentes activistas. En Arcos se expulsaron una veintena de afiliados, en Málaga se expulsaron dos afiliados y se acusaron a militantes, tales como Miguel Rubio, de perturbadores. Ya con los sucesos de La Mano Negra la caza de brujas alcanzó niveles extremos. El 6 de marzo la federación local de Sevilla expulsó a Miguel Rubio, José Antonio Durán, Domingo Díaz, José Rochel, Baldomero Martín, Ricardo Arana, Joaquín Díaz, Antonio Molina, Antonio Rivas, José García, Juan Suárez, Luis Méndez, José Ponce, José Ramos y Antonio Bonilla. En Madrid, Valladolid y Sanlúcar también se expulsaron a afiliados por el mismo motivo. En Gracia un grupo que ya se declaraba anarco-comunista, compuesto por 12 personas, reivindicaban una revisión de los Estatutos de la Federación, sin embargo y en un clima de disputas internas, se expulsó de la Federación de Castilla la Nueva a Tomás González Morago por su conducta inmoral y perjudicial a la organización, es decir, no estar de acuerdo con la línea moderada y legalista de la Comisión Federal liderada por las tesis de Llunas y el burocratismo de Francisco Tomás. Por parte de los sectores disidentes, tales como la escisión de la FTRE, Los Desheredados, y otros núcleos, se criticó el autoritarismo de la Comisión Federal, el control organizativo de dicha comisión y su moderación ante el enemigo común, así como de traidores de las resoluciones del congreso anarquista de Londres de 1881. A partir de este momento es cuando podemos apreciar que también en el estado español se empiezan a debatir las teorías anarco-comunistas, posiblemente por un contexto de ruptura del dominio de los elementos dirigentes de la FTRE, los cuales ya no podían silenciar las ideas anarco-comunistas que ganaban, día a día, terreno en Europa. Sin embargo la crítica a la organización también se produjo desde posturas colectivistas, ya que no debemos de olvidar que una cosa es la táctica y otra cosa diferente la finalidad.

                Los problemas de la FTRE se agudizaron en el Congreso de 1883. A principios de dicho año, las autoridades de Jerez diligenciaban más de 300 causas atribuidas a La Mano Negra. En el Congreso de Valencia (septiembre de 1883), la FTRE desacreditó y criminalizó a La Mano Negra, por boca, entre otros, de elementos de la Comisión Federal (con seguridad J. Llunas). También se hicieron alegatos a permanecer en la legalidad y en caso de no ser posible, retirarse al Monte Aventino ante la situación represiva existente. Se acordó una campaña en favor de las jornadas de 8 horas de trabajo. Las tesis más legalistas salieron triunfantes, aunque de la Comisión Federal fueron apartados los componentes más moderados y polémicos como J. Llunas y F. Tomás. La nueva Comisión elegida acabaría mostrándose partidaria antes del Congreso de Barcelona de la vía clandestina. En el Congreso extraordinario celebrado en Barcelona en 1884 se optó por retirarse a la Clandestinidad de nuevo, sin embargo el Congreso Comarcal de Castilla la Nueva comarcal favorable a los métodos legalistas y que expulsó de la Federación local madrileña a Tomás González Morago-, manifestó, en boca de sus delegados y de dos componentes de la Comisión Federal que no representaba el sentir de la Federación porque sólo habían estado presentes treinta y siete delegados, de los cuales nueve o diez eran directos y los restantes enemigos de la Organización pública o partidarios de la Comisión federal que les había extendido sus credenciales; que no tenía facultades para modificar los Estatutos(...)(33).

La FTRE se empezó a descomponer. En enero de 1884 un grupo con el nombre de Los Desheredadosalgunos estudios apuntan que esta organización ya existía desde 1883, fundándose en la localidad andaluza de Arcos-críticos con la actuación reformista y legalista de la Comisión federal y de la propia FTRE celebró un Primer Congreso, meses después realizaron otro. En estos Congresos se reunieron muchas delegaciones de localidades andaluzas, tales como Puerto Real, Cádiz, San Fernando, Jerez, Arcos, Sanlúcar, Sevilla, y de otros puntos del estado tales como Sabadell, Madrid, Barcelona, Gracia, Alcoy, Sant Martí de Provençals y un miembro de la Comisión Federal. Crearon el periódico La Revolución SocialEsta nueva organización representaba a los colectivistas partidarios de la vía insurreccional y clandestina frente a la FTRE oficial, moderada y legalista. En los siguientes años los colectivistas se mostraron divididos entre los partidarios de la vía pública y los de la vía clandestina. Mientras que las nuevas teorías anarco-comunistas fueron ganando terreno en el estado español ante la división y enfrentamiento interno del anarquismo de corte colectivista.

Colectivistas y anarco-comunistas

                Antecedentes de las ideas anarquistas los podemos encontrar posiblemente en diferentes movimientos sociales e ideas políticas y filosóficas en muchos periodos de nuestra historia. Las doctrinas anarquistas se forman en el siglo XIX, y todas ellas tienen en común el fuerte anhelo de una sociedad basada en la libertad, ya que sin ella es imposible la justicia humana. Antecedentes destacados de las ideas anarquistas serían personalidades como William Godwin, en la Inglaterra del S.XVIII y primeras décadas del s. XX, que de ser pastor de diferentes iglesias disidentes abandonó el cristianismo y estableció su ideario, claramente tendente a la Anarquía. Culpó a las instituciones humanas como las fuentes de las injusticias, no cría en las doctrinas de Rousseau sobre el contrato social, ya que para él todo gobierno constituía el mal. Así como criticaba al estado como un organismo de marcado carácter conservador, opresor y represivo. En la sociedad ideal de Godwin el estado debía de quedar reducido a la mínima expresión, aunque mantenía que el método para llegar a la sociedad futura debía de ser obra de la concienciación y de la descentralización del estado hasta la creación de comunas autónomas. También otros autores como Fourier, con sus Falansterios, influenciaron a posteriores teóricos anarquistas, así como otros autores del primer socialismo. Otro antecedente destacado es Pierre Joseph Proudhon, el cual fue el primero en calificarse como anarquista. Artesano francés, nacido el 15 de enero de 1809 y murto en Passy, el 19 de enero de 1865. En 1840 publicó la obra “¿Qué es la propiedad?, que le otorgó el reconocimiento y la fama en muchos lugares, de hecho algunas obras de Proudhon fueron traducidas al castellano por personalidades como Pi i Maragall, el dirigente más destacado del republicanismo federal y que llegó a ser presidente de la 1ª República. Otras obras destacadas suyas fueron El principio federativodonde desarrolló ampliamente su concepción del federalismo integral, tendente a descentralizar el poder político, disgregando el estado central en comunas, a la par que se descentraliza el poder económico, poniendo la tierra y los instrumentos de producción a disposición de las comunas. Este tipo de estructuración social implica que nadie tiene ninguna propiedad, aunque puede utilizar cualquier recurso existente. La medida que regiría las relaciones económicas sería el fruto del trabajo de cada persona. Otra obra destacada suya, ya a finales de su vida fue De la capacidad política de la clase trabajadora(1865), la cual influyó decisivamente en la formación ideológica de la I Internacional. Tras la muerte deProudhon el mutualismo proudhoniano quedó integrado mayoritariamente dentro de las doctrinas colectivistas bakuninianas. Por último no debemos de olvidar la obra de Max Stirner El único y su propiedad, que pese a existir desde 1844 no se rescató” hasta finales del s. XIX. Para algunos Stirner sería el primer anarquista, creador del anarquismo individualista, para otros un antecedente o un solipista moral (Ángel J. Cappelletti en su obra La ideología anarquista). Los postulados de Stirner son de rechazo al Estado, de crítica a la burguesía, de las instituciones políticas y de la escuela. Para Stirner la realidad se reduce a la persona individual. Y como dueño de esa realidad cada persona de manera individual es la que se debe de auto-regirse. Para Stirner la única propiedad que se posee es la propia personalidad, nosotros mismos de manera individual. Partiendo de estos análisis, Stirner no acepta valores comunes que se basen en lo universal, tales como la verdad, la libertad, la justicia, etc. El culto a uno mismo, el egoísmo es lo único que se posee, confrontándolo a los conceptos de Libertad y de Igualdad establecidos y controlados por la Sociedad, mostrando la falacia de los mismos. Aún pese al individualismo stirneriano, el propio autor no negaba la posibilidad de relación entre diferentes individualidades. Para él el propio egoísmo de cada persona es lo que conllevaría la unión de las mismas.

                Posiblemente el personaje más conocido de la Historia de las ideas anarquistas sea Mijail Bakunin, nacido en la provincia de Tver al noroeste de Moscú, el 20 de mayo de 1814. Pertenecía a una familia de la aristocracia rusa. Ingresó en la Escuela de Cadetes en 1829 e inició la carrera militar. En 1835, en Grodno, abandonó el cuartel y se dedicó al estudio de la filosofía. Estuvo en Alemania, Suiza y Bélgica interesado en la obra de los hegelianos y de los primeros socialistas, finalmente en París conoció a Proudhon y varios líderes republicanos del momento, a la par que estableció contacto con emigrados polacos. Hombre de acción, en estos primeros años era paneslavista, con el ideal de una república eslava federativa y socialista. Luchó en la revuelta de Praga contra las tropas imperialistas austríacas, regresó a Berlín, viéndose envuelto en la revolución de los demócratas de Dresde contra el rey de Sajonia. Fue capturado y finalmente puesto en manos del zar. De 1851 a 1857 fue detenido, para posteriormente ser desterrado en Siberia. Del destierro consiguió escapar, primero pasando por Japón, para después pasar por Norteamérica y finalmente llegar a Europa. Continuó su activismo en Europa, principalmente por la Libertad de Polonia. Finalmente acabó residiendo en Suiza, tras pasar por lugares como Londres o Italia. En 1868 creó junto a la minoría del Congreso de la Paz la Alianza Internacional de la Democracia Socialista. En 1869 la disolvió públicamente para ingresar así en la Internacional las diferentes secciones de la Alianza. En esos años publicó la mayor parte de sus escritos y se caracterizó por sus disputas en el seno de la Internacional contra Marx. Sus obras más destacadas fueronDios y el EstadoLa Comuna de París y el EstadoFederalismo, socialismo y antiteologismo, etc. Así como una numerosa correspondencia con muchas personalidades de la época de su entorno. Participó activamente en la Comuna de Lyon (1871) y siempre se mostró partidario de la práctica, siendo consecuente con sus teorías. En 1873 incluso planeó un viaje a España durante la revuelta cantonal, que finalmente no realizó. En 1876 falleció en Berna (Suiza). Bakunin fue el padre de las doctrinas colectivistas. En su ideario más que ateísmo existía un antiteologismo, ya que consideraba la religión como un organismo de poder opresor. La revolución debían de realizarla principalmente los oprimidos, mediante una Revolución violenta (dados los caracteres de la burguesía y del Estado). En la Revolución se deberían de tomar los medios de producción y de la Tierra por parte de los trabajadores. Afirma que el/la productor/a debe recibir el producto íntegro de su trabajo. La propiedad de los medios de producción, distribución y cambio debe ser social y administrada por los propios trabajadores reunidos en asociaciones, las que a su vez estarían confederadas. Pero este sistema federal debe dejar, según los colectivistas, autonomía a las asociaciones que autogestionan los medios de producción. En la sociedad futura todos tienen que trabajar enfermos, ancianos y niños vivirían gracias a la solidaridad-, conservándose en la sociedad futura el concepto del salario, aunque percibido de manera integra. Rechaza la toma del estado para realizar la Revolución, ya que se muestra favorable a su destrucción. La sociedad futura colectivista se genera de abajo a arriba. Criticó las doctrinas marxistas, asegurando que tomando el estado, la supuesta dictadura del proletariado se transformaría en una dictadura de exproletarios, con las mismas funciones que los estados existentes, dada la naturaleza del mismo estado: opresora, violenta, clasista, etc. De hecho Bakunin veía en la Revolución la destrucción de la realidad presente, a la vez que la creación de la sociedad futura. Los colectivistas se oponían a la noción de comunismo por interpretarla como sinónimo de centralización del estado y/o por aniquiladora de la libertad humana. Otro aspecto destacado de las teorías colectivistas era que en su funcionamiento interno se utilizaba un esquema de democracia directa. Aceptaban la democracia como el método de auto-organización de las sociedades presente y futuras, posiblemente por la influencia que este primer anarquismo recibió de los movimientos democráticos más radicales de la época.

                En la década de los 70 en Italia empiezan a aparecer las doctrinas anarco-comunistas. Ya en la Conferencia de Florencia de la Federación Italiana de la Internacional (que de hecho tuvo lugar en un bosque a las afueras de Florencia debido a la actividad policial), declararon los principios del anarco-comunismo: (...) La Federación Italiana considera la propiedad colectiva del producto del trabajo como el complemento necesario para el programa colectivista, el apoyo de todos para la satisfacción de las necesidades de cada individuo la única regla de producción y consumo la cual corresponde al principio de solidaridad. El congreso federal en Florencia ha demostrado elocuentemente la opinión de la Internacional Italiana en este punto() (34). Se rompía con una de las principales características del colectivismo, ya que se consideraba que el producto del trabajo debía de ser puesto en común en vez de ser recibido “íntegramente. Ya que la noción colectivista podía dar a lugar a una jerarquización social por parte de los más fuertes, los comunas con mejores recursos, los no-solidarios, etc. La teoría anarco-comunista se podría resumir en  a cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad, frente a las doctrinas colectivistas más basadas en el mérito y esfuerzo individual. Las propias doctrinas anarco-comunistas rompen también en gran parte con el culto al trabajo, base del colectivismo y de otros antecedentes como las doctrinas proudhonianas. En la sociedad comunista futura el concepto de trabajo asalariado desaparece, así como el dinero, el cual queda abolido. Hay cierta fe ciega en la idea del progreso (al igual que en las doctrinas colectivistas), en especial en autores como Kropotkin, el principal difusor de estas ideas. En parte debido a su fe en los avances de la Ciencia. En la sociedad futura el trabajo debería de quedar reducido a la autogestión y satisfacción de lo más esencial, que para Kropotkincorrespondería a diferentes aspectos fundamentales para la existencia, tales como el panel vestido o diferentes servicios básicos. Apostando que en la Humanidad, en un clima liberado del trabajo, podría florecer una nueva cultura basada en el arte y la libre creación humana. Sin embargo las ideas comunistas eran más diversas que las colectivistas. Para otro gran teórico del anarco-comunismo, el italiano ErricoMalatesta, la fe en el progreso y la Ciencia se pone en duda, afirmando que la abundancia sería mayor que en la actualidad pero en algunos aspectos no posibles en la sociedad futura, a la par que veía posible la existencia de diferentes modelos socialistas en la Anarquía. Son favorables también al federalismo, aunque en su funcionamiento interno no son tan demócratas convencidos como los colectivistas, ya que suelen ser más autonomistas y algunos plenamente individualistas. En todo caso la federación de la sociedad futura recibiría los recursos producidos por las asociaciones y los distribuirían equitativamente, mientras que las ideas colectivistas eran más partidarias de mayor autonomía, en ese sentido, por parte de las asociaciones o comunas.

                Después de iniciarse en Italia las ideas comunistas, éstas se van imponiendo en la Internacional anti-autoritaria, hasta que son asumidas por gran parte de la misma. En la década de los 80 se generalizan en Francia y posteriormente en el estado español, siendo las dominantes ya en las décadas de los 90 en la mayor parte del movimiento anarquista mundial, aunque ya en el s.XX existen diferentes tendencias o visiones anarco-comunistas y dominan visiones tendentes a una anarquía sin adjetivos, en el sentido de que cada activista puede tener su concepción propia de la sociedad futura.

                En el estado español las ideas colectivistas fueron las primeras en establecerse y fueron dominantes hasta la década de los 80. En el contexto de un republicanismo, en especial el federal, que compartía diferentes aspectos del colectivismo, diferentes miembros del republicanismo sintieron simpatías o se hicieron colectivistas. Por otro lado, dentro de un clima social en donde en algunas zonas ya existía proletariado y en otras permanecían aún campesinos que vivían en condiciones peores que en esclavitud, las doctrinas colectivistas fueron bien acogidas, al igual que en sectores del artesanado existente aún en el estado español. La Internacional en el estado español fue siempre dominada por las personas partidarias de las ideas colectivistas. Tanto de la propia FRE como de la Alianza de la Democracia Socialista. En la década de los 70, en los primeros años de la Restauración, existió una división dentro del colectivismo. Por una parte existieron sectores partidarios de la vía legal y pública, mientras que otros sectores se manifestaron partidarios de la vía clandestina e insurreccional. Tras la fundación de la FTRE en 1881 existían aún las dos tendencias, aunque los dirigentes de la Comisión Federal eran legalistas. En el Congreso de 1882 en Sevilla estas disputas fueron evidentes, y cabe destacar el debate entre J. Llunas (de la Comisión Federal y legalista) y Miguel Rubio (partidario de la clandestinidad) que fue el primero en declararse anarco-comunista. Sin embargo en ese año las ideas anarco-comunistas eran minoritarias en caso de existir, pese a la posible visita de Kropotkin en los últimos años de la década de los 70 en España o la correspondencia que pudiera existir con activistas exiliados. Debemos de pensar que la clandestinidad anterior a la FTRE dificultó la entrada de las ideas comunistas, más aún cuando los delegados de la FRE en los Congresos anarquistas internacionales de aquellos años eran colectivistas convencidos. Debemos de esperar a 1883 cuando podemos afirmar que ya existen partidarios de las tesis comunistas, por parte de algunos sectores disidentes de la FTRE y por la nueva generación de activistas que se empezaba a crear. La actuación nefasta por parte de los sectores colectivistas partidarios de la legalidad ante los sucesos de La Mano Negra y su labor de ocultación de los dictámenes del Congreso de Londres de la Internacional Negra, marcadamente anarco-comunistas y partidarios de la propaganda por el hecho, supusieron un fuerte descrédito de esta corriente, logrando el distanciamiento del colectivismo de corte clandestino y el inicio de la difusión de las ideas comunistas, también sujetas a calumnias y difamaciones. Pese a eso la mayor parte del movimiento anarquista seguía siendo colectivista, como lo demuestra que gran parte de la disidencia frente al colectivismo legalista se calificaba comocolectivista.

                A finales de 1883 Cánovas del Castillo volvió al gobierno, aumentando la represión y dando un duro golpe al anarquismo legalista, favorable al sindicalismo y la propaganda como únicos caminos de lucha. Esto fortaleció las tesis colectivistas partidarias de la clandestinidad y se empezaron a crear también grupos de carácter anarco-comunista. El 14 de julio de 1885 se celebró en Reus el I Certamen Socialista, en donde se debatieron y se presentaron diferentes trabajos teóricos anarquistas. Participaron mayoritariamente colectivistas de las dos tendencias, destacando diferentes trabajos realizados por J. LlunasTárrida del Mármol o Ricardo Mella, este último uno de los pocos colectivistas de la nueva generación de activistas. Sin embargo podemos afirmar que en 1885 la mayor parte de la nueva generación se mostraba partidaria de las tesis comunistas, así como tampoco se tiene que olvidar que la influencia directa (exiliados) o indirecta de otros estados europeos como el francés o el italiano, en donde las tesis comunistas eran las predominantes, era una realidad en el estado español. También algunos sectores disidentes dentro de la FTRE o fuera de ella, colectivistas partidarios de la insurrección, se acercaron o se declararon anarco-comunistas. Y pese a que en el Certamen de Reus las ideas colectivistas fueron las dominantes, en el Congreso Internacional celebrado en Barcelona el 27 y 28 de julio del mismo 1885 destacaban grupos colectivistas partidarios de la clandestinidad, tales como los grupos disidentes de Los Desheredados o de la FTRE favorables a tesis similares, y grupos abiertamente anarco-comunistas tales como el grupo anarquista-revolucionario de Gracia, anárquico-comunista de Sant Martí de Provençals, anarco-comunista italiano de Barcelona, el Circoloanarchico-comunista de Bastia (Italia), etc. Aunque dicho Congreso sufrió el acoso policial y se tuvo que suspender. La represión política y social de Cánovas radicalizó muchos planteamientos anarquistas. Publicaciones como La Bandera Social El Motín eran continuamente procesadas de manera arbitraria, tal y como lo demuestra el siguiente comentario publicado en la edición del 9 de agosto de 1885 de La Bandera Social(...) El Motín del domingo, como todos fue denunciado. Pero este colega que suponía que los secuestros procedían a las denuncias, en vez de sus trabajos acostumbrados, insertó el catecismo del padre Ripalda: así hemos visto una cosa nueva y es, que estando en el poder el señor Pidal, se denunciaba un periódico que contenía el catecismo. (...) (35). No es de extrañar que ante ese clima los ánimos y postulados de muchos activistas se volvieran más favorables a la actividad clandestina... Después de este Certamen, el movimiento anarquista, desde diferentes publicaciones y actos, entró en un debate teórico entre el colectivismo y el comunismo (véase anexos 10 y 11). La proliferación de periódicos y otro tipo de publicaciones fueron constantes, de hecho en estos años se tradujeron diferentes obras de Kropotkin al castellano. Periódicos y otras publicaciones de corte colectivista existentes eran: AcraciaEl Condenado, ­El Grito del PuebloLa Organización Obrera yEl esclavo modernoLa Solidaridad (participaba Ricardo Mella) entre otras publicaciones. Por parte de las tesis anarco-comunistas destacaron en esos años La Justicia HumanaLa protesta humanaEl Socialismo(escribía Fermín Salvochea) o Tierra y Libertad. También en ese periodo se fundó El Productor (destacaron en él P. Esteve y Antonio Pellicer), que se refundó con el continuamente perseguido La Bandera Social, y que, tras unos inicios ciertamente moderados, fue ganando en consistencia y mayor diversidad de contenidos.

                Ya en el Congreso de Madrid de 1887, al parecer dentro de la FTRE existían tendencias diversas, a la par que otro debate casi paralelo, crítico con las jerarquías y liderazgos en el funcionamiento diario ganaba fuerza. Asistieron muy pocos delegados, en parte por la situación de represión y en parte porque el movimiento anarquista ya era algo más que la FTRE, muy desprestigiada por actuaciones pasadas y por su cerril crítica a las ideas comunistas. Sin embargo una nueva postura menos intransigente y más diversa fue ganando terreno y parece que empezó a ser dominante dentro de la FTRE: El Congreso de Madrid, de 1887, señaló los vicios anti-anárquicos que en la Federación existían y puso en tela de juicio el valor racional del colectivismo, borrando la palabra ‘íntegro con que se calificaba el producto del trabajo que el individuo productor tenía derecho a percibir (36).

                El 11 de noviembre de 1889, para conmemorar la ejecución de los mártires de Chicago, un grupo de activistas anarquistas decidió celebrar el II Certamen Socialista en Barcelona. Buscando al mismo tiempo confrontar y armonizar las tendencias colectivistas y comunistas. El Certamen fue un éxito, con más de 20.000 personas que asistieron al mismo. Destacaron en el mismo J. Llunas (colectivista partidario de la vía legalista), Teobaldo Nieva (anarco-comunista), Sergio di Cosmo (anarco-comunista), Ricardo Mella (colectivista) y Tárrida del Mármol (colectivista pero que abogó por la anarquía sin adjetivos, que no era otra cosa que el respeto entre las diferentes tendencias y la posibilidad de compatibilidad de los diferentes modelos). En teoría se llegó a una paz entre las tendencias, en la práctica las teorías anarco-comunistas ya eran las mayoritarias en la década de los noventa. Aunque dentro de los comunistas existían partidarios de organizarse (pero de forma anárquica y horizontal) y quienes rechazaban completamente la organización, estos últimos también influenciados por las doctrinas individualistas. Nuevas publicaciones aparecieron en esos años, principalmente anarco-comunistas como La Tribuna Libre de Sevilla, El Combate de Bilbao, El Corsario de La Coruña, La Revolución Social, El Eco de Ravachol y La Revancha todas ellas de Barcelona yRavachol de Sabadell. En alguna de ellas se llegaron a publicar artículos para la fabricación de petardos y explosivos...

                La diversidad del movimiento anarquista fue amplia, en 1890 nos podemos encontrar como dentro de la Federación de Resistencia al Capital (creada en 1888 tras disolverse la FTRE) abundaba la tendencia colectivista legalista, antecedente en el s. XIX del anarcosindicalismo y para algunos historiadores los primeros anarcosindicalistas. Por otro lado estaba el anarquismo específico de la Organización Anarquista de la Región Española, en donde se encuadraban diferentes tendencias anarquistas, tanto colectivistas como comunistas. Por último también hay que destacar la corriente anarco-comunista que era contraria a cualquier forma de organización más allá del grupo de afinidad e incluso del propio individuo.

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