Nº4. Circular nº8 de la Comisión Federal de la FRE, febrero de 1873
Compañeros: Un cambio inesperado en la política de la clase media ha producido una transformación gubernamental de la presente corrompida sociedad burguesa, a consecuencia del estado ruinoso de la Hacienda y de la guerra civil, fomentada por los fanáticos partidarios de la Inquisición y del rey absoluto –Nota: carlistas-, instituciones criminales y absurdas que no deben ni pueden volver.
El resultado de este cambio en la política burguesa, que si bien afecta mucho en la forma, es de casi ningún resultado en el fondo de la presente organización autoritaria y centralizadora, ha sido la caída de Amadeo y la proclamación de la República por los ministros monárquicos que un día antes ensalzaban las bondades de la monarquía.
Nosotros hemos visto con satisfacción el cambio mencionado, no por las garantías que pueda dar a la clase obrera, siempre esquilmada y escarnecida en todas las organizaciones burguesas, pero sí porque la República es el último baluarte de la burguesía, la última trinchera de los explotadores del fruto de nuestro trabajo, y un desengaño completo para todos aquellos hermanos nuestros que todo lo han esperado y lo esperan de los Gobiernos, no comprendiendo que su emancipación política, religiosa y económica debe ser la obra de los trabajadores mismos.
Nadie más que nosotros lo trabajadores, los eternos soldados del progreso, los que en todos los tiempos han derramado sangre para la conquista de los derechos políticos, somos los decididos defensores de la libertad, del progreso y de la regeneración de todos los esclavos, porque necesitamos ser libres y regenerarnos.
Por eso creemos que el deber de cada uno y de todos los trabajadores consiste en marchar siempre adelante, sin detenernos en el camino de la revolución y pasando por encima de todos los obstáculos que nos opongan los individuos que en las más supremos instantes de la vida de los pueblos, en las grandes crisis de la organización social presente, sólo pronuncian la palabra orden, que en su boca no significa otra cosa que la continuación del agiotaje inmoral, causa de la esclavitud, de la miseria y de la ignorancia que pesa sobre la clase obrera.
Prevenidos debemos estar contra todos aquellos, llámese republicanos o socialistas, que no deseando la transformación completa y radical de la sociedad presente, procuran retardar el advenimiento de la justicia, adormeciendo con paliativos a la clase trabajadora para que continúe con vigor y energía en su marcha revolucionaria.
No pretende ni quiere esta comisión federal imponer ni sus opiniones ni trazar la línea de conducta que conviene seguir a los que representan la soberanía de la Federación regional española, a los que le han encargado los trabajos de correspondencia y estadística.
Nosotros, amantes de la libertad completa del individuo y de la autonomía de todas las federaciones y secciones, ni queremos ser los directores ni los inspiradores de nuestros hermanos los obreros, porque la grande obra de la emancipación del asalariado no puede ser dirigida ni ejecutada por nadie más que por la acción espontánea de los trabajadores mismos, después de conseguida por medio de la identidad de intereses y aspiraciones, la unidad de acción necesaria e indispensable para librarnos de la esclavitud política, religiosa y económica que sobre nosotros pesa.
Considerando, pues, que la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos, durante este periodo de la libertad relativa para ejercer los derechos naturales de asociación y reunión, creemos que son de suma importancia las continuas asambleas de trabajadores de todos los oficios para discutir sobre la línea de conducta que conviene observar en las presentes circunstancias y durante las inevitables crisis políticas y sociales que se presenten.
Hoy, más que nunca, es, a nuestro juicio, necesaria la propaganda y la organización revolucionaria proclamada por la Asociación Internacional de los Trabajadores –Nota: La internacional Anti-autoritaria- y una continua correspondencia para el cambio mutuo de opiniones entre las federaciones locales si queremos cooperar eficazmente al triunfo de la gran Revolución Social, que, levantando el trabajo a la altura que se merece, termine para siempre la infame explotación del hombre y pueda recibir cada uno el producto íntegro de su trabajo.
Creemos que es de gran necesidad la práctica en toda su pureza de la organización libre y eminentemente federativa, adoptada por el Congreso de Córdoba, para ponernos en condiciones de obtener, por lo pronto, unas rebajas en las horas de trabajo y después reivindicarnos la autonomía de los grupos naturales, de los municipios, de las comunas libres, para hacer la Revolución Social independiente de todo poder autoritario y contra todos los poderes autoritarios, haciendo, como consecuencia lógica, la liquidación social y completa de las instituciones de la presente Sociedad y continuando después de ella la agitación revolucionaria para alcanzar el ilimitado objeto del bienestar y la felicidad de todos los humanos.
La base principal de la revolución que anhelamos creemos consiste en la completa descentralización, o mejor dicho, en la destrucción total de los poderes autoritarios, eternos enemigos del progreso, de la libertad y de la justicia.
Creemos que ha sonado la hora para todos los internacionales de hacer un supremo esfuerzo, siendo incansables y activos en la propaganda para lograr que todos los obreros, hasta hoy indiferentes, vengan a constituir nuevas secciones y aumentar las constituidas, porque de este modo cada día seremos más numerosos y más potentes, como también invencibles.
Si queremos la transformación de la propiedad individual de la tierra y de los grandes instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, la enseñanza integral y la destrucción de todos los privilegios y monopolios, es preciso estar convencidos que todo lo merecemos, que todo nos lo hemos de conquistar, porque todo es nuestro y que nada dará si no lo arrancamos de los que injustamente lo poseen.
Es preciso ir adelante hasta el triunfo de la anarquía y del colectivismo, o sea la destrucción de todos los poderes autoritarios y de los monopolios de clase, en donde no habrá ni papas, reyes, ni jueces, ni escribanos, ni políticos; pero si una libre federación universal, de libres asociaciones obreras, agrícolas e industriales.
Esto sólo lo conseguiremos por medio de la solidaridad en la acción revolucionaria de todos los trabajadores del mundo, y ella será un hecho si somos incansables en la propaganda de las ideas radicales y revolucionarias y en la organización de las poderosas fuerzas de los hijos del trabajo.
Compañeros:
Actividad en la propaganda y organización sinceramente revolucionaria, sin mixtificaciones de ningún género, y el triunfo será nuestro.
¡Viva la Asociación Internacional de los Trabajadores!
¡Viva la Liquidación Social!
Salud, Anarquía y Colectivismo
Alcoy, 24 de febrero de 1873
La Comisión Federal:
El Tesorero, Vicente FOMBUENA, fundidor
El Contador, Miguel PINO, ajustador mecánico
El Secretario del interior, Severino ALBARRACÍN, profesor de primera enseñanza
El Secretario del exterior, Francisco TOMÁS, albañil
Hornos del Vidrio, 6, 3º - Alcoy
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